Mi Kabbala – 19 Tevet 5784 – lunes 1 de enero del 2024
¿Confiamos?
El Texto de Textos nos revela en Habacuc 2:4, “he aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.5 Y también, el que es dado al vino es traicionero, hombre soberbio, que no permanecerá; ensanchó como el Seol su alma, y es como la muerte, que no se saciará; antes reunió para sí todas las gentes, y juntó para sí todos los pueblos”.
La confianza se traduce en fe, lealtad y seguridad y de alguna forma esa visión nos incita como principio a la búsqueda de mantenernos firmes en unos propósitos, lo que hemos confundido milenariamente con estabilidad económica y social que aunque es necesaria, nos ha desenfocado, tanto, que obviamos que cohabitamos en un mundo que nos provee de todo lo que necesitamos a diario, lo que contradictoriamente nos hace que deseemos más sin ocuparnos que otras personas y especies tengan ese mismo bienestar convirtiéndonos en seres egoístas y poco fieles, aheb, אָהֵב, a su palabra y querer.
Quizá por ello que llamamos pruebas נָסָה, nasah o tentaciones nos parecen dolorosas solo porque suponemos merecer más convirtiendo ello en sufrimientos que contradictoriamente deberían fortalecer nuestra confianza en el Creador, ya que ella es la nos permite ejercitar nuestros músculos espirituales provocándonos más fe, la misma que nos ayudará a vislumbrar esas situaciones complejas como verdaderos desafíos de crecimiento, habilidad que si nos permitimos desarrollar nos ayudará además a entender incluso intelectualmente lo que se nos quiere enseñar gracias a esas situaciones.
Confiar, בָּטַח batakj como tal nos llama a estar seguros y sin temor, alejándonos así del mundo de ilusión en que coexistimos en donde nos cuesta comprender la armonía universal convirtiendo esas lecciones diarias de la vida en reflexiones de desconfianza ya que anhelábamos una vida que debería coincidir con nuestras expectativas, esas que siempre desean más y más, lo que solo genera que terminemos insatisfechos, todo por aislarnos de esa fuente de vida, que es la que en el fondo cuida de nosotros a diario, lo que nos invita a colocar nuestra fe y libre albedrio hacia Él.
Vivimos engañados נָשָׁא nasha, lo que nos llama a ver en esas experiencias aparentemente adversas la oportunidad de superar esos senderos y acogernos voluntariamente a la palabra de nuestro Creador, confiados a sus preceptos y mandatos, firmes a sus manifestaciones, incluso a pesar del posible dolor que como llamado de atención podemos percibir en algunos instantes, sabiendo que Él siempre nos llena de su amor para que pasadas dichas circunstancias mal calificadas como negativas, no solo salgamos más que fortalecidos en nuestra fe sino además en el conocimiento de Él como Creador.
Natan נתנאל Nāṯān, dado por Él, como profeta nos recuerda que todo tiene un propósito y un para qué siendo esa bella tarea la que nos permite el comprender que Él está siempre ahí, con nosotros, por lo que una vez que comenzamos a poner en práctica todo lo que significa el confiar, Él nos retribuye dicha lealtad guiándonos hacia un sentido de vida que con su armonía y tranquilidad nos denota la trascendencia que podemos alcanzar gracias a una existencia terrenal plagada de servicio y amor.
El Texto de Textos nos revela en II de Timoteo 4:7, “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.
Oremos para mantenernos leales a la confianza del Creador.