Mi Kabbala – 18 Iyar – sábado 25 de mayo del 2024.
¿Trabajamos?
El Texto de Textos nos revela en Eclesiastés 5:18, “Esto es lo que he comprobado: que en esta vida lo mejor es comer y beber, y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que el Creador nos ha concedido; es lo que nos ha tocado”.
Se tiene un concepto equivocado al respecto del trabajo, עוֹבֵד, oved, probablemente debido a una sesgada lectura de la Biblia en donde se cree que el castigo de Adán y Eva fruto de ser expulsados del paraíso por comer del árbol del conocimiento, fue el de tener que trabajar, tarea que supuestamente no hacían en el jardín del Edén. Y aunque el pecado provocó muerte, dolor y hasta vergüenza, el ganarse el pan con el sudor debe entenderse más bien como una redención, gracias a la cual podemos aprender a valorar más Su amor.
A diario necesitamos trabajar para sustentarnos, alimentarnos, abrigarnos y protegernos, pero más allá de suplir estas y otras necesidades primarias no podemos negar que gracias a ello vamos especializando nuestros seres con estas labores y además cooperando para nuestro crecimiento y desarrollo. Lo que nos ha servido históricamente para que todos esos esfuerzos y la sabia utilización de dichos aprendizajes nos hayan permitido darle un mejor uso por ejemplo al fuego o el recrearnos a través de la rueda, אוֹפָן, ophan o más adelante el comunicarnos a través de la escritura, al tiempo que domesticamos algunos animales y otras tantas cosas para ir logrando enormes trasformaciones para nuestras coexistencias.
Está demostrado que con el trabajo, el fabricar, crear, hacer, Asah, עשָָה, se consolidó una línea económica que partió de la recolección, la caza y la pesca para luego posibilitarnos procesos agrícolas y ganaderos productivos que hoy con el acelerado avance tecnológico y cultural nos han llevado a un desarrollo. Y aunque no se ha logrado borrar de nuestros seres la huella del pecado y seguimos acentuado no solo la profundización de la división social fruto de ese egoísmo natural, no es el trabajo el que multiplica nuestros males y visiones equivocas de la vida, sino esa desobediencia que nos produjo un castigo divino.
El pueblo Judío, considera por ello otro enfoque, uno más espiritual: Tikum Olam, que significa reparar el mundo, y que implica una justicia social que nos motiva a ayudar más al prójimo cumpliendo con ese mandamiento de amarles como a uno mismo. Y es que para reparar el mundo, como a nuestro cuerpo se hace necesario más que tener conocimientos y tecnología, el trabajar tanto intelectual como manualmente. Lo que quiere decir que se hace indispensable el uso de nuestros dones y fortalezas en esta vida, ya que no hay ni empresa, ni conocimiento, ni sabiduría en la tumba a la que nos dirigimos.
Jeremias יִרְמְיָה, nos habla de la importancia de realizar las tareas propias bien hechas recibiendo de ello esa satisfacción personal y orgullo de sabernos útiles, ya que ese trabajo responsable es para el Creador y ello redunda en bienestar general ya que si todos hacemos las cosas bien y como las debemos hacer, nuestro bienestar esta casi garantizado. Para nadie es un secreto que el trabajo bien hecho mejora la sociedad, por lo que seguir calificando el trabajo como un castigo solo hace que no lo aceptemos a través de una visión reparadora sino como una carga.
El Texto de Textos nos revela en Efesios 4:28, “el que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad”.
Oremos para que nuestras diarias labores sean para servir y ofrendar al Creador.