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Mi Kabbala – 3 Shevat 5783/Martes 24 de Enero del 2023

¿Ofrendas? 

El Texto de Textos nos revela en Daniel 9:20, “Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Creador por el monte santo de mi Creador; 21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento”.

La historia de los reyes magos nos ofrece diferentes enseñanzas, una de ellas por ejemplo afirma que Baltasar  entregó oro a Jesucristo en su nacimiento, al considerarlo Rey de Reyes, que Gaspar le dio incienso, pues se trataba del hijo del Creador y a las divinidades se les rinde culto en los altares quemando incienso, mientras que Melchor le otorgó la mirra por que como hombre Él moriría joven en la cruz, siendo necesaria esa resina para que ungieren el cuerpo sin vida cuando llegase el momento del deceso, perspectiva que nos invita también a nosotros como creyentes a ofrecerle algo a nuestro Creador. 

Desde esa perspectiva hay quienes consideran que estos tres reyes, filósofos y astrólogos provenientes de Arabia, la India y Persia cumplieron con otro propósito, ese que luego de su visita les convertiría en portadores para esas otras creencias de estas buenas nuevas, las cuales siguen manifestándose a todos los reinos del mundo, pero que debido a nuestras confusiones, mitos y ritos nos siguen llevando a pedir incluso pruebas de aquel sacrificio, en vez de dar de lo mejor de nosotros, no olvidemos que se trata de ofrecer y no de pedir. 

Ofrecimiento que desde el relato de la estrella de la Anunciación nos motiva a ver allí más que el símbolo de la unión de todos los trabajos que realiza el ser humano a lo largo de su vida con los cuatro elementos de la Creación, una quinta esencia que tiene que ver con la perfección de nuestra tarea humana, lo cual nos obliga como dichos reyes a postrarnos ante el neonato, y gracias a esa fe renaciente compartir ese amor con nuestros próximos. 

Él como Árbol de Vida, no requiere de nada más, así que estamos llamados a ofrecerle todo nuestro oro, bienes; nuestro incienso, esfuerzos y sacrificios y; toda nuestra mirra, dones y deseos para lograr nuestra pureza espiritual y que ella se sume a nuestra voluntad que es Vida y Acción para lograr nuestra elevación y constante motivación de sabiduría, lo que implica una transmutación y liberación de todas esas tendencias inferiores que regularmente nos dominan simplemente porque no estamos dispuestos a ofrecernos.

El concepto de ofrenda קָרְבָּן, korban, viene de la raíz ק–ר , que nos ofrece matices con sus significados ya que allí también podríamos traducir sacrificar, להקריב, lehakriv, del verbo acercarse, להתקרב, lehitkarev, que a su vez nos habla de una relación, tan familiar קרוב–משפחה Krov Mishpaja, que podemos advertir en todo ello la invitación de nuestro Padre Celestial a través de su Palabra para que ofrendemos nuestro amor sacrificándonos por todos nuestros hermanos para que así todos nos integremos al Creador a través de su obra, lo que se traduce en sabernos hijos del Creador: de una sola familia.     

El Texto de Textos nos revela en Mateo 2:1, “cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”.

Oremos para que reine en nuestros seres únicamente Jesucristo.