Mi kabbala – 30 Iyar – jueves 6 de junio del 2024.
¿María?
El Texto de Textos nos revela en Isaías 7:14, “por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. 15 Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno”.
Diversas interpretaciones se pueden hacer al respecto de la figura de María como madre de nuestro Señor Jesucristo y de su condición, no solo de intercesora, sino en algunos casos como discípula de Él, quizá por ello vale la pena enfocarnos en Su disponibilidad en la Anunciación, así como la fidelidad al pie de la cruz, lo que le da presencia en la vida de la Iglesia esa ilustrada en el relato de Pentecostés y que como dogma nos habla de su virginalidad, בְּתוּלָה, betulá, la misma que ha llevado equivocadamente a santificarla y hasta adorarla como una deidad, obviando que solo Él es digno de nuestras alabanzas.
La errada idolatría hacia María: mir luz, yam mar, Míriam, מִרְיָם, luz sobre el mar, no puede desdecir de lo que debe ser nuestra fe, la misma que aunque la reconoce dentro del ámbito de la misma divinidad de nuestro Creador, no puede obviar que lo más importante para tener en cuenta con respecto a ella, es esa otra perspectiva que nos aleja de ser devotos a su imagen, siguiéndole, para aprender de su escucha, amor, animación y lógicamente Fe, lo que la convierte lógicamente en un referente.
La intermediación, כָּפַר, kaphar, que algunos le abrogan corresponde al Espíritu Santo, ese que anima nuestros corazones a confiar plenamente en nuestro Creador, lo cual no desdice de la posibilidad de reflexionar sobre esa vida espiritual que a través de esa presencia del rostro femenino de María se da. Lo importante es no confundir los términos, ya que invocarle a ella es obviar que Su hijo terrenal es nuestro Padre Celestial y Él es quien merece nuestra adoración. De María debemos seguir aprendiendo más sobre su ternura y acogimiento de madre, su discreción, su valentía y fortaleza de mujer, su preocupación por la vida, su capacidad de comprensión, su sensibilidad e incluso su admiración por la bondad.
Solo Él merece nuestra adoración, por lo que proyectar la imagen de María como icono o escultura para la devoción, es otro de nuestros errores, cuando estamos más bien llamados a reflexionar al respecto de nuestra cercanía con Él, siendo ella ejemplo con sus lecciones de vida para entender ese camino espiritual que ella misma trasegó como buena madre, enseñándonos a través de su tristeza, desesperación, desconsuelo y desencantos todo lo que contradictoriamente deben ser nuestras motivaciones para que esas circunstancias por las que atraviesan nuestros corazones sean para nuestra mejoría, תָּמִים, Tamim.
Así que María,מִרְיָם, con su niño en el regazo es imagen de lo que es una madre y aunque con ello no estamos minimizando todo lo que significó para el nacimiento del Creador, si debe quedarnos claro que el rol de ella dentro de la vida de nuestro Salvador Jesucristo es el mejor legado que puede tener cualquier familia y que por lo tanto, incluso cuando nuestros hijos se salgan de ese rumbo por ella plasmado, le recordemos, para con esa guía mantenernos firmes rogándole al mismo Creador por ese amor hacia ellos.
El Texto de Textos nos revela en Lucas 1:46, “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en el Creador mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, 50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen”.
Oremos por que el mensaje de amor de María toque nuestros hogares.