Mi Kabbala – 7 Shevat 5784 – Jueves 18 enero del 2024

¿Mundo?

El Texto de Textos nos revela en Deuteronomio 10:16, “circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. 17 Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Creador grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; 18 que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido”.

Hay quienes confunden el concepto de deseo תאווה con el de sideral, quizá, como una forma de recordarnos que hacemos parte de un universo y que nuestro mayor anhelo debe ser el de retornar al Creador, visión que además nos expresa que todos los nombres o denominaciones que expresamos a través de nuestro lenguaje llevan implícitas de una u otra forma dichas manifestaciones divinas a través de las cuales podemos encontrar esos destellos que el mismo Creador dejo en su Palabra para alcanzar ese objetivo integrador.

No es gratuito entonces que se afirme que estamos presos de la dimensión del lenguaje en donde todo se circunscribe a recrearnos en la Palabra del Creador, por lo cual cada expresión emitida por nuestros labios debería provenir de esa raíz lingüística, קוטב kotev, original de la que necesitamos beber y no de las confusiones pecadoras de nuestros idiomas, para que así nuestras coexistencias se armonicen con la Luz creadora, perspectiva que clama inicialmente porque usemos nuestro lenguaje para bien decir y alabarle constantemente.  


Probablemente por ello cuando comprendemos la grandeza de cada palabra que decimos y utilizamos todas las letras de nuestro lenguaje de forma coherente y consciente y nos fusionamos con los pensamientos Divinos, vamos comprendiendo los propósitos de este mundo y nos vamos recreando en otro tipo de realidades en donde la vida cobra nuevos y mejores sentidos, teniendo en cuenta que cada impulso bocal, פֶּה pe o nombre que emana de la Palabra del Creador la debemos convertir en deseo para lograr darle a nuestras existencias los fines iniciales que el Creador proyecto para nosotros al crearnos. 

Este mundo material llamado por algunos estudiosos como Assiyá  עֲשָׂיָה Asayá dentro de las cuatro dimensiones en que se cree existimos actualmente, nos invita a usar cada letra y palabra para mover el mismo mundo hacia el deseo principal divino de vincularnos nuevamente a través de ese fluir que se traduce en amor, con nuestra esencia y de esa manera evitar que otro tipo de ilusiones narrativas que históricamente nos han separado hasta de nosotros mismos no sean las que sigan cogobernando nuestros pensamientos y relaciones. 

Isaías, יְשַׁעְיָה Yesayá, nos llama como creyentes no debemos seguir usando nuestro lenguaje para distanciarnos aún más de Él, ya que así solo terminamos cohabitando con ese mundo de ilusiones y deseos mercantiles que nos esclavizan, dimensión que poco o nada tiene que ver con los propósitos divinos, error milenario que no debemos seguir replicando más, para reorientar nuestras vidas gracias a la Palabra del Creador y a los preceptos y mandatos allí implícitos, en pro de despertar otros términos que nos generen nuevos deseos y búsquedas, unos que nos inciten a diario a estar cada vez más cerca de Él a través de su obra y de su palabra. 

El Texto de Textos nos revela en II de Timoteo 2:22, “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”.

Oremos para desear más lo divino que lo humano.

Mi Kabbala – 7 Shevat 5784 – Jueves 18 enero del 2024
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