Mi Kabbala – Elul 12, 5783/Martes 29 de agosto del 2023.
¿Costumbres?
El Texto de Textos nos revela en Levítico 19:37, “guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo el Creador”.
Está demostrado que nuestra mayor riqueza como creyentes es el respetar los preceptos y mandatos divinos, los que sin embargo nuestro Señor Jesucristo resumió en amar a nuestros próximos como a nosotros mismos y lógicamente al Creador por encima de todas las cosas, visión que deberíamos traducir en trabajar arduamente a diario no tanto para acumular tesoros en esta tierra como sí, para ganarnos esa entrada al reino de los cielos, lo que en analogía denota que los mensajes del evangelio tengan que ser llevados a actos en donde prime más la Fe que las obras, las cuales deben denotar esa fe.
Propósito general de todo un universo que anhela que esta humanidad alcance ese estado de perfección, Tikun, en el que todos los seres vivos formemos una sola familia. Hogar común en donde todos consideremos a esos otros como próximos, coexistiendo gracias a un bienestar general, lo que significa que esa ley del amor nos permitirá a través de nuestras decisiones iluminar al mundo y fluir armónicamente desde nuestros corazones vinculándonos así más y más al Creador, para lo cual la palabra hebrea Korban קָרְבָּן nos habla de ofrendas para sacrificios, siendo el principal el amor.
Una buena parte de las tradiciones incluso la del pueblo juicio que guarda profundamente los mandatos que expresa la Torá y sus preceptos o Mishná, מִשְׁנָה, nos invitan al estudio continuo y la repetición permanente de versículos, como una forma que todo nuestro ser se acoja más que a esas costumbres, inicialmente trasmitidas oralmente, a un actuar cotidiano en donde las plegarias, pero sobre todo nuestros actos nos reconecten con el Creador, quien desea relacionarse con nosotros para lo cual se limitó por nosotros haciendo a nuestra imagen, para con su sacrificio en la cruz cubrir nuestro pecado.
La idea siempre será entonces la de vivir no solo como nos lo proyectan esas tradiciones las cuales nos hablan de la ley del otorgamiento, que implica entre otras cosas: dar sin esperar nada a cambio, en la busca de elevar nuestra alma para lograr la trascendencia que nos funde a su Espíritu y así nuestro cuerpo como templo fluya holística e integralmente, lo que no descalifica las leyes pero si nos llama a mantener la fe como herramienta en donde la oración es para ella su esencia.
Desde esa perspectiva no descalificamos las tradiciones ya que en ellas están las instrucciones originales para conectarnos con Él y por ello estas sirven como recordatorio constante para obedecerle más y más. Pero a diferencia del pueblo Judío que habla de un buen número de preceptos que deben respetarse al pie de la letra, nosotros los creyentes cristianos, sin sentirnos superiores o exentos de estos mandatos no nos percibimos tan obligados por la ley, más si libres en la fe, la cual no vino a abolir estas normas pero sí a darnos otra salida con una ley superior: como es la de su amor.
El Texto de Textos nos revela en Mateo 5:17, “no penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
Oremos para que el amor sea nuestra mejor obra.