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Mi kabbala – Sivan 13 – miércoles 19 de junio del 2024.

¿Interiorizar?

El Texto de Textos nos revela en Ezequiel 18:32, “porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”.

Mem מ, es la décimo tercera letra del alfabeto hebreo e indica para quienes así lo quieran comprender, el flujo y el reflujo de los cambios causados por el nacimiento y la muerte, siendo esta M para otros alfabetos, un símbolo de regreso hacia el interior en pro de enseñarnos que cada pregunta es un reflejo de otra inquietud. Actitud introspectiva que nos lleva también a cuestionarnos sobre nuestra existencia, con lo cual Mem, puede entenderse como símbolo de la corriente de la vida y del agua que nos revela lo que está oculto.

Desde la gematria la מ, representa entre otras cosas al número 40, que indica a la vez refugio, reposo, reflexión y hasta revelación, por lo que los estudiosos de estos temas aseguran que no es gratuito que el pueblo de Israel estuviera cuarenta años en el desierto y algunos creyentes asuman además que nuestro Señor Jesucristo tuviera cuarenta días de tentación y ayuno. Revisión que nos lleva a suponer también que cada ruptura, incluye una transformación, un pasaje y a veces una partida que simplemente es el comienzo de un nuevo ciclo y de una renovación, ya que todo en este mundo tiene que ver con coordinar nuestra voluntad la cual requiere de momentos de reflexión.

Lo que quizá nos indica a su vez, desde otra mirada, que la muerte solo es un cambio necesario, ello debido a que ese mismo signo lingüístico: Mem establece un vínculo entre el antes y el después de la creación. De allí provienen nombres como Mayim, מָ֫יִם, agua, que en plural nos indica que todo es vida y que por lo tanto, este líquido se encuentra tanto arriba como abajo, lo que nos lleva también a comprender que las aguas que se separaron el segundo día según el relato Bíblico, proyectan una dualidad que caracteriza toda la materia y que penetra y nutre a todos los reinos de la naturaleza, siendo necesario que nosotros también asumamos esas trasformaciones.

Quienes perciben en la letra Mem, מ, una visión de muerte, consideran que este signo lleva implícito también el concepto de morir pero para renacer. Por lo que la muerte debe entenderse de alguna manera como el paso a una vida nueva, ya que somos eternos. Perspectiva que encierra tras ella misma todo un contexto de fertilidad y fecundidad, que va unido a otras palabras que nacen de este letra como son: madre, origen, tierra, mar, agua, leche, sí, matriz, רָ֫חֶם, rékjem, como lugar de gestación y nacimiento, lo cual desde una analogía mayor significa esta tierra.

Compartiendo o no estos simbolismos, como principio de la vida todo implica transformaciones sucesivas, cambios que impulsan la renovación y producen un renacimiento permanente, por lo que las múltiples preguntas que nos nacen a diario y que quizá no logremos responder solamente nos incitan a seguir fluyendo con la vida para que ojala la sabiduría divina nos toque, lo que a su vez implica que todas nuestras reflexiones nos induzcan a ver en estas y otras letras las experiencias de personajes como Jonas, יוֹנָה, Moisés o el mismo Mesías: nuestro Señor Jesucristo. 

El Texto de Textos nos revela en II de Timoteo 2:11, “Palabra fiel es esta: si somos muertos con Él, también viviremos con Él”.

Oremos para que entendamos que la vida es eterna.