Mi kabbala – Sivan 19 – martes 25 de junio del 2024.
¿Oracción?
El Texto de Textos nos revela en I de Reyes 8:30, “Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona”.
La mejor forma de acercarnos y comunicarnos con el Creador es a través del canal que Él mismo dispuso para ello: la oración. Y aunque contamos con modelos como el Padre Nuestro, dado por nuestro Señor Jesucristo para guiar nuestras diarias reflexiones, también tenemos en los Salmos, fuentes especiales de encuentro para que con sus himnos y cantos de alabanza tengamos una guía en pro de estar cada vez más cerca del Creador y así entender que la mejor forma de elevar plegarias es agradeciendo, תּוֹדָה, todah.
Los salmos como cantos y alabanzas contienen experiencias humanas y por ello sus letras, shir, presentan como una especie de pasos, HaMa’alot שִׁיר הַמַּעֲלוֹת, que nos deben servir de referencia para elevarnos por la escalera que entonces conducía desde el patio hasta el santuario más sagrado del Templo y ahora, para acercamos directamente al Creador gracias al Espíritu Santo que está en nuestro templo corporal, logrando con esa música sagrada que en otrora acompañaba los sacrificios realizados por los sacerdotes en el altar, sea la que nos ayude como hijos a limpiarnos de nuestros pecados.
Los salmos sirven para dirigirnos hacia arriba y nos invitan además a percibirnos como peregrinos en este viaje por la tierra, el cual nos denota que a medida que nos acerquemos más al Creador como los ancestros judíos a la ciudad de Jerusalén, debemos alegrarnos, convirtiendo estos himnos de alabanza en una esperanza de victoria, no es gratuito que la Biblia contenga ese libro de alabanza y que allí ejemplos como el de Ana, חנה, Jana, madre del profeta Samuel, nos denoten con sus emotivas oraciones esa otra perspectiva de cómo pedir, agradeciendo siempre por los favores de nuestro Padre Celestial.
Ella por años, se sintió avergonzada porque era incapaz de concebir hijos, enseñándonos a esperar el tiempo necesario y así al quedar embarazada, dar como ella esa exclamación llena de alegría: “mi corazón se regocija en ti, Señor, Tú levantas del polvo al pobre”. Contexto que en hebreo, hitpalel, התפלל, nos habla desde la raíz PLL פלל, que significa juzgar, pero que a través de las otras letras contiene el prefijo reflexivo hit, lo cual nos indica que “hay que hacer algo hacia uno mismo” o sea que la alabanza y oración siempre deben empezar por observar nuestros estados internos, para con ellos evaluar sinceramente nuestras reflexiones y así cada uno sea en última instancia, su propio juez y por ende quien corrija lo que no viene haciendo conforme a Él.
Conceptos que nos reiteran que solo después de estar uno mismo bien y en paz con el Creador es que puede comenzar a elevar peticiones, por ello la oración de Ana y sus efectos trascendentales. No obviemos entonces que cuando el mismo Salomón, שְׁלֹמֹה, terminó de construir el Templo, oró al Padre amoroso para agradecerle y que también Jonás cuando estuvo en el vientre del gran pez, oró al Creador por su liberación arrepintiéndose de sus actos, lo cual nos invita no solo a orar reconociendo nuestros pecados, sino a alabar al Creador permanentemente, por todo y por todos teniendo como referencia los Salmos.
El Texto de Textos nos revela en Santiago 5:16, “la oración del justo es poderosa y eficaz”.
Oremos y alabemos permanentemente a nuestro Creador con los Salmos.