Mi Kabbala – Siván 4 – lunes 10 de junio del 2024.
¿Labios?
El Texto de Textos nos revela en Eclesiastés 10:12, “Las palabras del sabio son placenteras, pero los labios del necio son su ruina”.
Mucho se habla en el Texto de Textos de la purificación,טֳהָר־, tahor, de nuestros labios, de nuestra boca, de nuestras palabras, como una forma de indicarnos la importancia de entender que fuimos creados por la Palabra de nuestro amoroso Padre Celestial y que son estas expresiones las que constituyen y consolidan nuestras realidad, siendo necesario entonces que usemos nuestra boca para alabarle, agradecerle, para bien decir y no como sucede a menudo para mal decir de la vida, de nosotros y hasta de Él incluso inconscientemente.
Por ello las palabras de Isaías, incluso desde antes de recibir ese don del mismo Creador debemos atenderlas como profecías esenciales para nuestras vidas, siendo necesario aprender de él a someternos gracias a un ritual de iniciación en el Templo, en donde se limpiaban sus labios con un carbón ardiente tomado del altar. Proceso en el cual intervino un serafín, quien removió, עוֹבֵר, over, su culpa y perdono sus pecados. Bella manera de insistirnos a que cuidemos muy bien lo que decimos y el cómo usamos nuestras palabras en beneficio del bien estar general, el servicio y la fraternidad.
Los mismos ángeles y los serafines como mensajeros divinos desarrollan un trabajo que consiste en alabar y proclamar la gloria de nuestro Creador, tarea que también debemos realizar nosotros y que nos invita a que con nuestras voces de alabanza incluso sacudamos los cimientos de esta tierra. Ellos además custodian el trono del Señor para lo cual, usan el fuego. Desde esa perspectiva la palabra hebrea seraphim, שְּׂרָפִים, que proviene de la raíz SRF שרפ, significa llamear, siendo estos según se dice quemadores con sus seis alas ya que con fuego disuaden a los intrusos que se acercan allí sin el permiso del Santo.
Es tiempo que con ese mismo fuego, אֵשׁ, esh, santo nos llenemos de la palabra del Creador para predicar sus enseñanzas. Logrando que quien escuche y estudie dicha Palabra perciba de nosotros una vida ejemplar ya que somos guiados por el fuego del Espíritu Santo, quien además cuida nuestras vidas para que palabras distintas a las que debemos expresar no salgan de nuestros labios. Expresiones que deben ser de bendición incluso para quienes no las entienden o las asimilan de forma distinta, asumiendo que llegará el momento en que estos comprendan toda la verdad de los evangelios.
Así como Isaías nos lo advirtió busquemos que nuestras bocas, פֶּה, peh, como la de muchos de los profetas, serafines y los mismos ángeles bendigan, proponiéndonos así que el fuego del Espíritu de nuestro Creador este en nuestros seres para quemar todos aquellos pensamientos que revestidos de palabras expresaremos y que no aportan en el cuidado de nuestra santidad y que por el contrario, nos alejan de ella, siendo necesario que a través de la oración nos permitamos nutrirnos de la única Palabra que debería salir de nosotros para alabar y agradecer a nuestro Creador quien es: Santo, Santo, Santo.
El Texto de Textos nos revela en Efesios 4:29, “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan”.
Oremos para que de nuestra boca sola salgan palabras que estén llenas del Espíritu Santo.