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Mi kabbala – Sivan 8 – viernes 14 de junio del 2024.

¿Garantía?

El Texto de Textos nos revela en Números 14:8, “Si el Creador se agrada de nosotros, nos llevará a esa tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel”.

Los seres humanos hemos consolidado un modelo económico que se traduce para algunos en proyectos de vida, el cual incita regularmente a tener bienes, dinero en la búsqueda incluso de legar estos a nuestras nuevas generaciones, modelo que nos lleva a obviar que deberíamos ocuparnos de ser orientados por la Palabra de nuestro Creador casi al pie de la letra para que esa vida y herencia sea sana, fraternal, servicial, tanto para nosotros como para nuestros hijos, fruto de comprender que al no confiar, מִבְטָח, mibtach, en Él todo lo demás es incierto y perecedero.  

Curiosamente y a pesar que el pueblo de Israel llevaba una vida miserable de esclavitud en Egipto, inicialmente ellos fueron reacios a salir de dicha tierra hacia la libertad, דְּרוֹר, deror, tanto, que el mismo Moisés no se sentía el enviado del Creador y aunque el mismo le aseguró a ellos que sus intenciones eran buenas y que los retornaría a su tierra, la cual les había prometido su Creador a los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob, ellos mismos parecían olvidar aquel pacto que como pueblo significaba una garantía de vida, la misma que se respalda en una visión para la cual se les dejó unas sagradas escrituras.

Para comprender un poco más ese concepto se hace necesario profundizar un poco en el significado de la palabra hebrea que en español traduce posesión: morasha, la cual proviene de la raíz YRS, ירש, que significa heredar. En hebreo, esta es una palabra especial que no solo se aplica a la Tierra Prometida, sino que contrariamente también a la palabra más común: yerusha, que significa herencia. La morasha es una herencia preciosa ya que esta acción requiere la participación activa de cada generación para preservarla por lo cual yerusha, propone esa herencia que debe prolongarse con mayor facilidad una vez aceptamos su guía, confiando plenamente en Él.   

Entender mejor todo lo que ello significa nos lleva a esos niveles más profundos de la promesa de nuestro Padre celestial la cual nos induce a comprender que tenemos una herencia única que nos liberará y superará todas nuestras esclavitudes sobreviviendo al mismo paso del tiempo. Tener en cuenta que cada letra y cada palabra que se encuentra en nuestras Biblias nos propone un significado único, nos lleva también a aceptar que hemos heredado su Palabra y que esta la debemos usar sabiamente, chokmâh, חָכְמָה, para poder ser liberados y guiados, lo cual nos sirve para sabernos siempre a su lado.

Desde Jacob יַעֲקֹב y a través de las Sagradas Escrituras se le entregó al pueblo Judío la tierra prometida de Israel y su ciudad santa Jerusalén, pero todo ello para que comprendieran ellos y nosotros como creyentes, que nuestra verdadera morada no es terrenal y que estamos llamados como nos lo indican nuestros patriarcas que se trata de ascender al cielo, para lo cual necesitamos de la Fe, esa que nos dejó nuestro Señor Jesucristo gracias a salvarnos y para lo cual el Espíritu Santo funge de guía si nosotros obedecemos lo que nos dice en esas Palabras allí plasmadas y que son nuestra verdadera y única herencia.     

El Texto de Textos nos revela en Juan 14:2, “En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar”.

Oremos para aceptar la garantía de saber que tenemos una morada eterna celestial.