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Mi kabbala – Sivan 9 – sábado 15 de junio del 2024.

¿Mortal?

El Texto de Textos nos revela en Josué 23:14, “Por mi parte, yo estoy a punto de ir por el camino que todo mortal transita. Ustedes bien saben que ninguna de las buenas promesas del Señor su Dios ha dejado de cumplirse al pie de la letra. Todas se han hecho realidad, pues él no ha faltado a ninguna de ellas”.

Una de los momentos por los que todos los seres vivos tendremos que pasar es el de la muerte, mut, Mávet, מתה, de allí que sobre este concepto se hayan tejido infinidad de interpretaciones y mitos, lo cual se traduce en que nuestros entierros y sus ceremonias representen estas visiones, quizá por ello el pueblo Judío propone en el mitzvá un escenario en donde las almas de los difuntos evocan piedad divina que se traduce en plegarias por quienes quedan vivos asegurándose que ese cuerpo tenga un final digno.

El gestionar un entierro apropiado de un cadáver requiere desde esa mirada el preocuparnos de los detalles, como se hace tradicionalmente según cada creencia, lo cierto es que el alma del ser humano viene de arriba y fue el Creador quien sopló en ese cuerpo su Aliento, por lo que una vez se cumple la misión terrenal, esta vuelve al Creador y ese cuerpo al polvo al que pertenece, lo que lleva a que algunas personas consideren que es preciso enterrar el cuerpo y no cremarlo, ya que este pertenece al Creador y por lo tanto, es sagrado, קֹ֫דֶשׁ, qodesh.

Algunos creyentes consideran que el cuerpo al ser separado del alma por la muerte, debe ser enterrado, qabar, קָבַַר, lo antes posible, ojala el mismo día del fallecimiento, para que alcancen pronto su descanso eterno y bajo esa mirada, se cree que es un honor que se reserva por tradición a los miembros más respetados de la comunidad el cuidar ese cuerpo ahora inerte. Últimos instantes, antes de ser devuelto a la tierra, que obligan a una despedida y duelo con los máximos niveles de decoro, privacidad y respeto.

Cada persona es responsable por sus acciones especialmente, de aquellas que realiza a voluntad y con pleno conocimiento de sus efectos, por lo cual cuando esta alma llega al Mundo de la Verdad, no deja el cuerpo de inmediato, lo que hace que cualquier partida abrupta sea en parte más dolorosa, ya que en medio de esta visión se cree que el alma acompaña la descomposición gradual del cuerpo, גּוּף, guf, tiempo en que se va a acostumbrando a dejarlo de a poco y aclimatarse a su nueva vivienda divina, perspectiva que nos llama como creyentes a aprender de estar experiencia temporal terrenal.

Esa Shoá, שואה, fue la que hizo que judíos con conciencia juntaran las cenizas de los hornos crematorios de los campos de exterminio y las enterraran apropiadamente en cementerios judíos, tras esa visión de sanción rabínica. Cremar a los difuntos ha sido un ritual de muchas culturas paganas, por lo que se cree es una violación a prohibiciones de la Torá que aseguran que la destrucción instantánea del cuerpo quita al alma la posibilidad de tener este período de acomodamiento realmente necesario. No olvidemos como creyentes que de alguna forma se nos insinúa que serán los cuerpos enterrados los que estarán incluidos cuando llegue el momento de la resurrección.

El Texto de Textos nos revela en Romanos 5:12, “por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.

Oremos para que valoremos todo lo que el Creador nos ha dado.