Mi kabbala – Tamuz 2 – lunes 8 de julio del 2024.
¿Rezos?
El Texto de Textos nos revela en Nehemías 9:6, “Tú solo eres el Creador; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran”.
Hay diferentes formas de orar y aunque el término griego: metanoia, parido de las prácticas hesicastas y las corrientes filocálicas nos puede estar invitando a hacerlo de rodillas, en un profundo estado de piedad y humildad, de paz y reconciliación con el Creador, ello no quiere decir que exista esa única posición, más sí que dicha postura pueda darnos el privilegio de sentirnos cerca de Él, lo cual se puedo lograr igualmente caminando o caído como estuvo Moisés, boca arriba, עָל, al, conectado con el cielo, denotando esa piedad de corazón que logra acciones cotidianas virtuosas fruto de ser consecuentes.
Rezar, orar, meditar o dialogar con nuestro Creador implica de alguna forma un encuentro personal y permanente con ese Ser Superior y aunque hay quienes lo ejecutan como si fuera un rito, lo cierto es que para ello lo más importante es nuestra motivación personal, la misma que debe convertirse en un compromiso constante, que nos lleva a intentar no solo hablar con Él, sino de Él a través de nuestras relaciones, gracias a la intervención del Espíritu Santo que fortalece nuestra fe, más allá de cualquier rito, מִנְהָג, minhag.
Términos hebreos como Berajot o Berajá, en singular, de la palabra Baruj, בָּרַך, nos llevan a contextos que podemos traducir como de bendición, debido a que al asociarlos a la etimología de la palabra, berek, o rodilla, invitan a quienes así lo quieren entender a hacerle reverencia al único que la merece y a dirigirle nuestra voz interior a Él, con alabanzas en señal de gratitud, reconociendo así su grandeza, belleza, bondad y majestuosidad. Quizá por ello, Baruj she’amar, en hebreo: ברוך שאמר, implica no solo una bendición de apertura frente al acercarnos a Él, sino la petición para que nos guie.
Los Judíos llaman a sus rezos, tefilá, תְּפִלָּה, en la búsqueda que sus vidas tengas una relación continua e inalienable con el Creador para lo cual durante varios momentos le hablan a Él conscientemente, teniendo como guía esos sus preceptos Bíblicos, especialmente los Salmos, que para dicho pueblo son fuente de plegarias, sin embargo los creyentes acostumbramos rezar de rodillas, pese a que los hermanos Judíos lo hacen de pie, oscilando su ser, intentando que todo su cuerpo y cada célula alabe al Creador, eso sí siempre ubicando su rostro en dirección a Jerusalén y a su templo, sin importar en qué lugar del mundo se encuentren.
David, דּוֹד, dôwd, nos llama a través de los salmos a honrar a nuestro Creador colocando nuestro ser o pecho sobre sus muslos, estirando nuestros brazos o manos hacia el cielo o colocando nuestra frente sobre el piso para reverenciarle, denotando plena humildad para con Él, lo que quiere decir que sea cual fuere el credo, podemos agradecerle a cada instante al Creador por todas las bendiciones que significa vivir, haciendo nuestras peticiones personales con humildad, confianza y con mucha gratitud.
El Texto de Textos nos revela en Colosenses 1:9, “por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”.
Oremos y alabemos constantemente al Creador.