Mi kabbala – Tamuz 4 – miércoles 10 de julio del 2024.
¿Palabras?
El Texto de Textos nos revela en Jeremías 17:14: “Sáname, oh SEÑOR, y seré sanado; sálvame y seré salvo, porque TÚ eres mi Alabanza.”
Todo procede de la Palabra del Creador y de allí que al orar debemos recrearnos en ella alabándole, razón de peso para que allí mismo se nos recuerde como lo expresó Jeremías Yirmiahu יִרְמְיָהוּ que significa el Señor, yahu, levanta, yarim, que no podemos convertir su casa de oración y de encuentro, en una cueva de ladrones, fruto de prácticas comerciales inmorales que desdecían de ese lugar sagrado, mensaje, que además nos recuerda que no estamos condenados sino que por su misericordia somos consolados, siendo necesario que como pecadores nos acojamos a su guía, siendo fieles a esos preceptos y mandatos que están allí en su Palabra para reorientarnos.
El Creador no nos ha rechazado, por el contrario, esta presto a restaurarnos, pero requiere que nuestras diarias palabras se enfoquen en ese nuevo pacto que Él quiere consolidar con nosotros, siendo el Espíritu Santo el que nos da nuevas expresiones, mucho más fraternales y serviciales con el fin que cada una de nuestras actividades diarias nos aporte en ese propósito logrando que todo nuestro lenguaje nos sirva de insumo para cumplir dicho plan divino y que a cada instante nos proyectemos hacia Él anhelando el integrarnos a Él a través de Su obra dejando a un lado esa visión que hace que en ocasiones no hagamos nada para ello, quejándonos y maldiciendo, קַב, qab.
Nuestras palabras fueron creadas por Él para que nos recreáramos en ellas, sin embargo nuestro lenguaje producto de nuestra necedad, נָבָל, nabal y pecado, se hizo limitado y confuso frente a nuestra nueva realidad llevando nuestros imaginarios finitos a capturar percepciones a través de nuestros sentidos que no nos permiten visionar nuestras vidas desde la totalidad de Su Palabra por lo que debemos entender que cada expresión por insignificante que nos parezca puede cobrar un nuevo sentido si nos proponemos estar acorde a esa visión celestial de integrarnos desde nuestras expresiones.
Incluso cada onomástico nos llama a entender que desear lo placentero nos lleva es a la placenta de nuestra madre o sea a conmemorar nuestro nacimiento y a caminar en busca del nacer de nuevo en ese lugar sagrado que nos albergara eternamente reintegrándonos a través de la vida de Él necesitando que nuestras palabras, interacciones e interrelaciones están acordes a ese propósito divino que significa nuestra salvación, יָשַׁע, yasha
Etimología que a su vez nos ayuda a comprender que cualquier palabra, venga del latín o del griego πλακοῦς o de otro lenguaje, nos habla más que de una cosa y su forma o plano: de la vida, esa que Él nos otorgó y de la cual parece nos olvidamos por seguir dejando que nuestras expresiones e imaginarios se recreen en alucinaciones que roban hasta nuestra tranquilidad y que como mercancías nos consumen, cuando en cada entorno Él mismo nos entregó los insumos para vivir conforme a su Palabra, siendo cada queja un llamado de desconfianza, מִבְטָח mibtákj, duda y desconexión de nuestro Padre Celestial y de todo lo que Él a cada instante nos ofrece.
El Texto de Textos nos revela en Romanos 1:22, “Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Creador incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”.
Oremos para que la Palabra del Creador sea la que nos guie.