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Mi kabbala – Tamuz 5 – jueves 11 de julio del 2024.

¿Discípulos?

El Texto de Textos nos revela en I de Reyes 2:3, “Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas”.

Es bien sabido que aunque confiamos en un Creador, por momentos parece que no le creemos a Él, incluso sabiéndonos una buena cantidad de versículos de su Palabra hasta de memoria, la cual parece nos juega una mala pasada cuando estamos atravesando algunas circunstancias difíciles de las que allí también se nos habla, probablemente por ello Él mismo nos pide que más que actuar a través de la razón, lo hagamos integrando el corazón y la guía de Su Santo Espíritu, el cual si no cuidamos, puede terminar cultivando lo que más adelante se convertirá en motivos de nuestro arrepentimiento, נָחַם, nakjám.

Estamos llamados a asumir nuestras tareas con todo el corazón, desde nuestra alma, entendiendo que a diario se nos guía en ese camino, pese a que nosotros preferimos distraernos en otro tipo de actividades, la palabra hebrea para corazón, lev, לב, se encuentra cientos de veces en la Biblia y debería incluso ser un modo de pensar, ya que lev, es mucho más que dicho órgano corporal que bombea incansablemente la sangre por nuestras venas y como sistema humano central representa también ese ser interno, el mismo que nos hace amar, llorar, pecar y sentir empatía, es por ello que algunos le dan el equivalente de psique, lo que nos invita a buscar de corazón nuestras innumerables cualidades morales.

Cuando leemos los Evangelios descubrimos que allí está el amor, el mismo que invito nuestro Señor Jesucristo a predicar tanto a sus apóstoles como a nosotros, ocupándonos más de nuestros corazones que de otros oficios o saberes, ya que debemos ser personas comunes y corrientes, que cual pescadores u obreros nos alejemos del mundo para marcar la diferencia al actuar de corazón como el patriarca David, por lo cual fue escogido como rey, nuestra tarea discipular nos llama a ser pescadores de hombres, דָּאג, dag, o sea a acercar esos corazones que están nadando en el mar de las desilusiones, hacia el Padre.

Cuando se nos habla de talmidim, desde dicha expresión hebrea, que viene de la raíz LMD, למד, que significa estudiar, se nos invita además a aprender del amor de nuestro maestro y señor Jesucristo, pero a la vez a enseñar a los demás de ese vínculo, basándose para ello en un servicio fraternal que acerque a todas esas almas perdidas, lo que significa el ser algo más que simples estudiantes, dedicándole toda nuestra vida con dedicación de corazón gracias a la guía del Espíritu Santo a nuestra salvación como nos lo propone nuestro Mesías, Savoir, Rabí o maestro, quien nos redime e integra.

Quienes anhelan ser maestros de la palabra, רַבִּי rabī, deben primero que todo vivir cada día como aquellos discípulos primeros, pensando con el corazón, cualidad central de la vida espiritual cristiana, que nos inscribe a todos como devotos para que sigamos aprendiendo de las Escrituras de una manera activa y constante y gracias a ellas asumamos la tarea de predicar Su palabra a través de nuestro amor, ese que sobrepasará cualquier circunstancia adversa por compleja que sea, ya que nos permitirá igualmente perdonar de corazón asumiendo con ello la misericordia divina.

El Texto de Textos nos revela en Juan 14:15, “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.

Oremos para que nuestro corazón nos guie a través de las enseñanzas de nuestro Creador.