¿Gigantes?
El Texto de Textos nos revela en Números 13:33, “Vimos allí también a los gigantes, los hijos de Anac son parte de la raza de los gigantes; y a nosotros nos pareció que éramos como langostas; y así parecíamos ante sus ojos”.
En ocasiones nos creemos superiores incluso a nuestros semejantes, hasta que llegan dificultades que disfrazamos de enormes, al punto que no solo les tememos, sino que nos inhibimos, suponiendo que no las lograremos superarles. Concepto que incluso es más mítico que real, lo que también significa que en vez de distraernos en esas programaciones y sus leyendas bebamos más de la verdad del evangelio, el cual nos recuerda que aunque en esta tierra han existido gigantes de todo tipo, los únicos que sobreviviremos somos los que tenemos una fe aún más gigante que esas visiones.
Al revisar las referencias que hace la Biblia al respecto de gigantes no solo en el caso de Goliat, sino incluso los que después del diluvio son considerados como ángeles caídos nefilim נפילים, no podemos distraernos como los diez espías que fueron enviados con Josué y Caleb a explorar los terrenos prometidos a su pueblo, los cuales volvieron con un informe negativo que además de desanimar a los que debían de pelear contra ellos aterrorizo al pueblo al hacer referencia a los hijos anac ענק, verdaderos dinosaurios, si cabe la analogía.
A diferencia de los otros diez la respuesta de Josué y Caleb no negó el informe de sus compañeros pero si desafiaron la fe de todos sin desmentir la información sobre los gigantes, simplemente animaron al pueblo a no tener miedo y a fortalecer su confianza en el Creador quien ya les había demostrado con suficiencia que no hay nada más grande que Él, pero que para poder disfrutar de todo lo que Él nos ofrece debemos confiar plenamente.
Algunas traducciones de estos pasajes no hacen referencia a un concepto hermoso que como creyentes nos lleva a nuevos contextos en donde podemos comprender que así como la sombra de esos gigantes desaparece, una vez nos iluminemos con la Luz del Creador, dichas alucinaciones también desaparecerán gracias a reconocer que el Creador está con nosotros, lo cual como metáfora lleva implícita la visión de comprender que muchos de nuestros grandes problemas son ilusiones, erradas perspectivas de una realidad oscura que necesita de la Luz del Creador para que todo se aclare.
Bien nos dice el día a día de muchos creyentes que frente a algunos inconvenientes no hay que hablar de los grande del problema, sino mejor darnos cuenta que debemos enfocarnos en que tenemos un Padre celestial infinitamente más grande que todo, dueño del universo, lo que implica que esos gigantes que nos atormentan no son más que fantasmas a los que no debemos temerles ya que están allí solamente para incrementar nuestra confianza en el Creador y para comprender que el mundo de las sombras existirá solo hasta que llegue la Luz del Creador y así con ella iluminar nuestros nuevos pasos.
El Texto de Textos nos revela en II de Tesalonicenses 1:3, “Siempre tenemos que dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, porque vuestra fe aumenta grandemente, y el amor de cada uno de vosotros hacia los demás abunda más y más.
Oremos para que a diario nuestra fe se agigante.