Mi Kabbala – 11 Adar II -5784 / Jueves 21 de marzo del 2024
¿Errores?
El Texto de Textos nos revela en Génesis 29:35, “Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré al Creador; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz”.
Errar taá תָּעָה, es de humanos y aunque regularmente nos descalificamos continuamente por nuestras fallas, este tipo de situaciones adversas no solo nos demuestran que somos imperfectos sino que necesitamos la guía de quien nos denote la forma de cómo no errar más, como a la vez de la necesidad de integrarnos logrando así enmendar errores para mejorar nuestras relaciones y crecer como hermanos en Jesucristo, lo que podría traducirse en que aunque erremos, ello no nos descalifica sino más bien nos debe cualificar, lo que quiere decir que estamos llamados a aprender de todos nuestros errores y a crecer permanentemente en esa luminosidad teniendo siempre como guía al Espíritu Santo.
Así es como el verdadero significado de la palabra pecado puede ofrecernos otros conceptos diferentes de lo que se piensa comúnmente, ello debido a que en el hebreo bíblico, la raíz jet חטא significa, en realidad, estar fuera de lugar o no dar en el blanco, contexto que nos lleva a comprender mejor el por qué para los antiguos israelitas pecar significaba además de cometer un error, el descuidar una obligación, nuestras responsabilidades, esas que nos llaman a amar, por lo cual, cuando el mismo Jacob nos enseña al preguntarle a Labán: ¿en qué te he faltado?, ¿cuál es mi pecado, jet – חטא, para que me persigas con tanto ardor?, se nos está hablando de la necesidad de revisarnos.
Expresión que aparece unas quinientas veces en la Biblia, lo que le convierte en una invitación a tener en cuenta en nuestros comportamientos, ya que allí se nos visiona por parte de nuestros patriarcas el cumplir con nuestras habilidades, que mal comprendemos como obligaciones y compromisos, cual deudas, mashshaá מַשַּׁאת, de allí la importancia de la palabra y de esa perspectiva que nos induce al leer cada versículo a otra mirada al respecto del pecado, asumiéndolo casi como una mancha mental que nos lleva a errar continuamente por lo que debemos dejamos guiar del Creador y su Santo Espíritu reconociendo esas fallas y mejorando.
La misma Biblia, nos enseña que los actos pecaminosos pueden y deben repararse, lo que a su vez fortalece nuestra relación con el Creador, el cual nos ofrece no solo su guía sino también su misericordioso perdón, muestra de ello es que nos dejó sus preceptos y mandatos para que nuestros comportamientos estén acordes a su visión de vida. Desde dicha perspectiva cuando nos permitimos leer la Biblia y dejarnos guiar por ella, estamos fortaleciendo nuestras relaciones y a la vez integrándonos cada vez más al Creador a través de su obra, fruto de entregarle nuestra pecaminosa voluntad רָצוֹן ratsón.
La hija de lot nos dejó a través de la generación Moabita מוֹאָב, Môʾāḇ, esa muestra de los efectos del pecado que mora en nosotros y que nos hace seres imperfectos que cometemos todo tipo de errores, pero que al estar cerca del Creador no solo podemos reconocer ello sino además el corregirlos, logrando a través del fluir amoroso y de la guía del Espíritu Santo que estos no nos afecten más allá de un aprendizaje y además que a través de ese amor celestial, nos integremos como hermanos y gracias a esos intercambios con la creación podamos reintegrarnos voluntariamente a nuestro Padre celestial.
El Texto de Textos nos revela en Mateo 22:29, “Pero Jesús respondió y les dijo: Estáis equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder del Creador”.
Oremos para que Jesucristo nos guie y nos ayude a evitar cometer errores.