Mi Kabbala – 11 Nisán 5784 – jueves 18 de abril del 2024

¿Servidores?

El Texto de Textos nos revela en Deuteronomio 13:4, “Solamente al Señor tu Creador debes seguir y rendir culto. Cumple sus mandamientos y obedécelo; sírvele y permanece fiel a Él”.

Es claro para quienes así lo quieren entender que cuando nuestro Señor Jesucristo expresó el sentirse desamparado, תּוּגָה tugah, hacía referencia no solo al salmo 22, que para el pueblo Hebreo es profético ya que allí David como la reina Ester necesitaban de la ayuda del Creador frente a la grave situación que vivían, haciendo una oración profunda y conjunta frente al posible exterminio de los suyos, la cual se convirtió en un clamor en momentos de sufrimientos, es por ello que los más versados afirman que en dicho texto se nos recuerda a través de la crucifixión el perdón de nuestros pecados.

Él es nuestro salvador y siempre escucha nuestro clamor, pero espera que nosotros atendamos su sabia voluntad, lo que además nos llama a comprender que los Salmos constituyen todo un canal de conexión con Él a través del cual se revela para nosotros esa energía específica desde lo Alto, la misma que fruto de algunas creencias le dan a cada uno de los 150 Tehilim תְּהִלִּים, alabanzas un poder y aunque los creyentes no les recitamos continuamente si reconocemos los efectos de su diaria lectura siendo conscientes que la sinceridad y la devoción puestas de manifiesto son determinantes para mover Su voluntad.

Servimos al Creador, pero para muchos ese es el proyecto menos motivador dentro de este mundo, sin comprender el significado de trascendencia de ello y es que contrario a lo que algunos suponen, esa visión nos invita a ser aptos o útiles para el plan (תְּכָנִים tjanim) y los propósitos para los cuales fuimos creados, manifestando así nuestra obediencia y amor para con el Creador al entregarle lo mejor de nosotros para Su obra tal como Él lo hizo para lo cual Su Palabra y dentro de ella los Salmos nos guían. 

Nuestro Señor Jesucristo nos dio el ejemplo supremo de lo que significa el servicio a través de la humildad. Mientras sus discípulos discutían por los lugares de privilegio, Él como maestro les lavó los pies, acto que ellos no entendieron inicialmente, pero que nos deja a todos como mensaje, la importancia de servir, de ser útiles, asumiendo desde esa mirada que debemos colocar todos nuestros dones נֵ֫דֶה nedé, en pro del bienestar común con el cual incluso nos beneficiamos como humanidad, servicio del que nos hablan los Salmos. 

El trasfondo de aquel acto de humildad tiene que ver también con la expiación de nuestros pecados, lo que implica ir más allá de las polvorientas calles en donde al ser el calzado, sandalias, se ensuciaban más los pies, siendo necesario incluso para entrar a las casas el lavarse estos en señal de limpieza, טָהֵר, taher, lo que realmente significa espiritualmente una necesidad de limpiarnos a cada instante de nuestros pecados. Y aunque Él en la cruz lo hizo de una vez y para siempre, en nuestro caminar diario nos seguimos ensuciando con todo, necesitando limpiarnos ya no para recibir la salvación, sino para mantener nuestra comunión continua con Él, gracias a la lectura diaria de la Biblia y de los Salmos.

El Texto de Textos nos revela en Juan 13:5, “luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después”.

Oremos para que estemos prestos a servirle a diario al Creador.

Mi Kabbala – 11 Nisán 5784 – jueves 18 de abril del 2024
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