Mi Kabbala – 24 Tishrei, 5784 – Lunes 9 de octubre del 2023

¿Iluminación?

El Texto de Textos nos revela en Isaías 45:12, “Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé”.

Las letras hebreas vislumbradas como esas chispas de luz que iluminan nuestro lenguaje deben ayudarnos a traducir lo que reconocemos como realidad: a través de un nuevo entendimiento, lo que significa que debemos revisar los significados de cada letra, vislumbrando en su unidad un principio: cimientos de todas las cosas del mundo, siendo la primera letra de dicho alfabeto Alef א, para los creyentes la que relaciona directamente todo con nuestro Señor Jesucristo, Árbol de la Vida, quien desde el tetragrama por su valor numérico: IHVH, nos insinúa en dicha composición jeroglífica al respecto del hombre regenerado, el cual participa tanto de este mundo como del porvenir.

Semiótica que da a esa raíz Alaf, Alaph, אָלֶף, la visión de familiarizarse, habituarse, cultivar, aprender, semejar y por extensión, enseñar, multiplicar y producir, imagen de la cual se desprende Elef, Eleph, un buey o el numero mil, que sumado a Aluf, Alouph, nos induce a cultivar, conducir o gobernar especialmente nuestro ser, voluntad siendo ejemplo a nuestra familia como una unidad, individualidad que nos lleva a la divinidad en donde todo se contiene y de donde todo proviene. Imaginarios que además le dan a este signo lingüístico la visión del inicio desde la nada, del silencio hasta la plenitud del vacío, el cual permitió que surgiera el movimiento y lo creado, eso sí gracias al único Creador.

Quizá por ello la forma de la letra corresponde a una cabeza de buey con sus cuernos, lo que también simbolizando la fuerza pacífica y la calma. La grafía de la alef, se puede a la vez descomponer en una vav, ו, que forma la diagonal izquierda-derecha como también se puede ver como dos iods, lo que se traduce que a través de ella el mismo Creador dibujó al hombre según las formas de este mundo y del porvenir, siendo alef ese símbolo de un principio, de continuidad, de estabilidad, de equidad: nexo entre los mundos superior e inferior, entre la tierra y el cielo, entre este sistema y el cosmos.

Algunos creyentes leen en esa letra un cuerpo que necesita ser animado por el Espíritu, reiterándonos que estas señales son más que imágenes muertas para que nuestro laberinto intelectual perciba en esas luces otra salida para lo cual esas chispas de luz reciben el influjo del alma, del mundo, anunciándonos del todo, siendo esta letra equivalente a la vocal A del castellano, simbolizando ese número uno que aduce a la fuerza divina penetrante, la que fecunda a otras letras para darles un sonido que nos permita el recrearnos no solo en  el mundo material sino en el todo gracias a la Palabra que es creadora.

Oseas הוֹשֵׁעַ = Hōšēaʿ, salvación, el primero de los doce profetas menores nos llama a visionar en cada uno de estos signos una correspondencia con el primer día de la creación, donde se separó la luz de las tinieblas y se dio origen de las transformaciones sucesivas e incesantes que posibilitan la vida, siendo estos movimientos del universo los que se asocian a las letras originales para que desde esa novedad, talento, energía, actividad multiplicidad, inteligencia y destreza, percibamos a nuestro Salvador, el comienzo de todo y de algo, quien nos invita a forjar nuestra audacia e iniciativa para cambiar de dirección hacia el cielo.

El Texto de Textos nos revela en Juan 8:58, “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy”.

Oremos para todo nos manifieste que somos hijos del Creador

Mi Kabbala – 24 Tishrei, 5784 – Lunes 9 de octubre del 2023
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