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Mi Kabbala – 25 Tishrei, 5784 – Martes 10 de octubre del 2023

¿Enfermos?

El Texto de Textos nos revela en Levítico 13:45, “Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada”.

Cohabitamos en el mundo del pecado con todo aquello que nos distancia, siendo las mismas enfermedades llamados de atención, para coexistir armónicamente, quizá por ello nuestros entornos nos advierten de agentes patógenos invisibles que nos contagian y hasta se propagan en el aire sin que les percibamos afectándonos, de allí que la palabra: tzara’at צרעת, de la raíz que deriva en postrarse, nos proyecte que gracias a esas debilidades o invalidades lleguemos a parálisis físicas que nos detienen, alertan y aportan para cambiar.

Para prevenir la propagación de la tzara’at, el antiguo pueblo de Israel utilizó muchos de los mismos métodos que siguen hoy contra virus contagiosos; el infectado se vestía de andrajos y andaba con la cabeza descubierta y cubriéndose la boca y debía aislarse solo lejos del campamento, guardando cuarentena, perspectiva que nos sirve para comprender que los males se propagan en nuestros entornos, siendo la lepra, una infección que sin embargo va más allá de la piel, OR עוֹר, para denotarnos esos llamados de atención divinos lumínicos para revisar el estado de nuestra alma y apreciar cada alerta que se nos hace en una motivación transformadora de nuestros comportamientos desobedientes.

Tzara’at es entonces una enfermedad del alma que requiere no solo que cuidemos de lo que decimos, sino de lo que pensamos antes de, siendo necesario que Él nos sane y sacie, por lo cual la palabra bendito, baraj ברך de la raíz BRK, rodilla, nos da claves para asimilar que nuestras bendiciones y sanaciones dependen de arrodillarnos a orar acercándonos así  espiritualmente al Creador, declarándole como el leproso no solo nuestro deseo de ser sanados o como el pueblo alimentados, sino de depender plenamente de Él como única fuente de vida, lo que nos denota que para sanar solo necesitamos confiar.

La berajá tradicional o bendición  que nuestro Señor Jesucristo recitó es la misma que aún hoy los judíos pronuncian siempre antes de comer pan: Baruj Ata Adonai Eloheinu Melej HaOlam HaMotzi Lejem Min HaAretz, Bendito seas, Señor, Rey del Universo que haces brotar el pan de la tierra, por lo que aunque nos encontramos inmersos en el mundo del pecado en donde nuestras enfermedades cual virus se multiplican, tanto como nuestras necesidades, cual requerimos siempre el buscarle a Él de corazón, siendo nuestras oraciones un instrumento más que para pedir sanidad: su guía, y es que al quejarnos solo le invocamos incorrectamente, siendo necesario estudiar más Su Palabra.

Ezequías חִזְקִיָּהוּ‎ Hzkyhw fuerza, como rey que enmarca esa genealogía que nos lleva al único Rey y Señor de señores: Jesucristo, nos incita a confiar plenamente en el Creador incluso para obtener un tiempo mayor de vida y desde esa posibilidad comprender que cada llamado de atención tanto en nuestra salud como en nuestras interacciones e interrelaciones nos incentiva es a orar más, a escucharle, a dejar que Él nos guie y que por lo tanto, estamos llamados a continuar nuestro proceso de crecimiento hasta que logremos reencontrarnos con nuestro amoroso Padre Celestial.

El Texto de Textos nos revela en Mateo 8:2, “Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció”.

Oremos para que el sane y satisfaga nuestras necesidades.