Mi Kabbala – 26 Tishrei, 5784 – Miércoles 11 de octubre del 2023

¿Gloria?

El Texto de Textos nos revela en Habacuc 2:14, “Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Creador como las aguas cubren el mar”.

Nuestra realidad es el producto de la Palabra del Creador, quien a través de la combinación de cada una de esas letras recreo nuestro universo, dando así vida a una dimensión simbólica o lingüística que complementa el todo, ejad מנה uno, el Creador es una unidad, lo que desde nuestra semiótica y realidad tiene que ver con dejar de vernos como fragmentos separados y reconocernos como partes de Él, de Su luz, sin embargo no podemos con nuestro lenguaje finito entender ello y menos podemos siquiera imaginarle.

Desde nuestra lejanía solo podemos aceptar su Gloria, שכינה Shekhiná o presencia, gracias a su esplendor, lo cual traduce desde nuestro lenguaje en morar o residir en Él, lo que nos lleva a identificarnos más que con Él con su morada, el cielo. Entorno del cual tenemos la más pequeña noción fruto que nuestro concepto de Luz depende incluso de la radiación solar, por ello al escuchar que el Creador es Luz y que nosotros somos a Su imagen y semejanza no logramos asumir que nuestra alma es una extensión de Él y más exactamente del alma de Adam: HaRishón, unidad de la cual nos fragmentamos.

Al pecar y desobedecer tomando del Árbol del Conocimiento, esa alma unida se dividió según algunos estudiosos en seiscientas mil almas, fragmentación de esa única luz que tenía Adam HaRishon, la cual el Zóhar denomina Zihara Ila’a o brillo superior,  בָּהִיר, claridad, de la que solo tenemos recuerdos de ese Jardín del Edén, ya que al materializarnos nos desintegramos necesitando el unirnos inicialmente a una forma física que no nos permite proyectarnos como Él desde Su Luz, estableciendo límites que hacen que nuestro sentidos humanos sesguen incluso nuestra imaginación y por ende nos percibamos alejados: aparte.

Por ello cuando a Moisés, como profeta se le apareció en el Monte Sinaí, tenía claro que no podía ver su rostro y continuar viviendo, ya que esa luminosidad, cual radiación, nos desintegra físicamente, más a Moisés solo le afecto su piel, de tal forma que el pueblo se asustó al verle descender del monte, incluso otros profetas como Ezequiel describen ese trono divino desde una especie de clímax a través de un arco iris plagado de colores frente a la imposibilidad de encontrar palabras para referirse a ese resplandor que nos rodea y que solo podemos explicar como la Gloria del Señor, kavod כבוד, palabra que según su raíz original KBD, significa también honor incluso aprecio.

Manifestación divina que llevada a nuestro plano físico no intenta describir medianamente con nuestro lenguaje limitado y finito esa gran visión de lo celestial, en donde el termino kavod (valor numérico 32 que nos habla de respeto), sin embargo ese valor, le da al concepto de gloria divina otra proyección dejando de visionarla como algo denso, sustancial e incluso casi que irreal, para recordarnos que esta no puede ser imaginada, lo que significa que más allá de intentar buscar expresiones para describir a nuestro Creador o sus atributos, debemos lograr a través de la oración, que esa su Gloria luminosa y su Haz de Luz, que está en nosotros y se extiende en el todo, nos guie hasta reintegrarnos a Él.

El Texto de Textos nos revela en Habacuc Hebreos 1:3, “Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.

Oremos para que sea el Haz de Luz del Creador el que ilumine nuestras palabras.

Mi Kabbala – 26 Tishrei, 5784 – Miércoles 11 de octubre del 2023
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