¿Soplo?
El Texto de Textos nos revela en Génesis 1:2, “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu del Creador se movía sobre la faz de las aguas”.
Al hablar de hálito, aliento, viento o brisa a los creyentes se nos está recordando que el concepto ruah רוח, rūḥ, soplar, nos habla de ese soplo de vida en nuestro ser en donde el Espíritu del Creador nos alimenta y alienta dándole vida al polvo de nuestro cuerpo, para que Su palabra llegue a nuestra mente y se integre a nuestra alma interconectándonos a la vez con la vida más allá de este plano físico, lo que significa sabernos parte de su obra, visión que nos incita a dejarnos guiar por ese fluir amoroso y no tanto por nuestras búsquedas egoístas que regularmente están alejadas de Él.
Todo vive gracias a esa cúpula de aire y oxigeno que reconocemos como nuestro exterior y por ello desde el momento de nuestro nacimiento y cuando nos separamos del vientre de nuestra madre, rejem רחם, empezamos a respirar por nuestra cuenta tomando de ese hálito de vida, siendo ese momento el que marca la transición de dependencia de esa madre para con Él quien deja que forjemos nuestra voluntad para así hacernos conscientes de nuestras decisiones, dándonos para ello eso si la guía del Santo Espíritu que mora en nosotros hasta que en el último aliento quedemos a la espera del juicio eterno y de retornar a su lado.
Espíritu Santo, רוח הקודש Ruaj Hakodesh, que traduce: soplo bendito, como una forma de recordarnos que éramos polvo y que Él colocó su Espíritu para darnos vida otorgándonos está en cada respiro, en donde además nos hacemos conscientes gracias a dicho alimento de lo que son nuestras coexistencias, con todo y ello, nos cuesta entender este tipo de analogías, metáforas, parábolas o conceptos abstractos cuando no dejamos que ese mismo Espíritu Santo que mora en nos otros nos explique y guie y por el contrario nos dejamos llevar por todo tipo de especulaciones y reflexiones incoherentes.
Elías Ēliyahū אליהו, como profeta nos recuerda que en nuestro ser como templo se encuentra nuestro Creador siendo nuestro deber percibirlo en cada inspiración de aire en donde tomamos de Su obra para coexistir, mientras al instante, evacuamos de nuestro ser para que Él lo purifique todo lo que ya no nos es útil, lo que significa no solo que Él en esta en todo sino que es nuestra esencia de vida, así lo queramos seguir buscando en una serie de mundos espirituales exteriores que si bien hacen parte de nuestras coexistencias no pueden distraernos de lo más importante que es Él como nuestro Creador y guía.
Hay quienes siguen buscando otros espíritus para perpetuar sus confusiones para al final descubrir que con ello solo están probando su voluntad hasta comprender que no podemos vivir alejados del Creador quien mora en nosotros, todo porque nuestra alma solo existe por Él y para Él lo que implica que al no estar Él dándonos su hálito de vida nuestras existencias pierden su razón de ser y somos dominados por toda aquella inmundicia que hace parte de la dimensión oscura que se creó fruto de Su contracción, siendo básico entender que Él sigue siendo nuestra aura pacífica, digna y gentil si se lo permitimos y que su Haz de Luz seguirá guiándonos mientras se lo posibilitemos.
El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 22:16, “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Oremos para que el Espíritu Santo guie a cada instante nuestras vidas.