¿Viento?
El Texto de Textos nos revela en Deuteronomio 32:11, “Jehová solo le guio, y con él no hubo dios extraño”.
A diario nos hacemos cientos de preguntas y algunas de ellas cuestionan a nuestro Creador, pero estas mismas pueden llevarnos a aprender a actuar de la manera en que Él lo hace y adquirir la habilidad de imitar Sus acciones. Desde esa mirada su gobierno se describe en la misma naturaleza, en sus leyes, lo que nos debe llevar a imitar a esa sabia en busca de la armonía. Así es como nuestras coexistencias están dentro de esa naturaleza y aunque hemos querido imitar más a algunas especies por no enfocarnos en Él, lo cierto es que todo está dentro de esa naturaleza, para conducirnos hacia lo espiritual.
Todo lo que creamos y nos recreamos nos lleva más allá de unas propiedades fisiológicas que en este mundo animado son muy similares a otra dimensión en donde poco a poco se va desencadenando nuestra esencia espiritualidad en donde somos una unidad en el Creador, pero cada uno al irse acercando a esas propiedades espirituales es diferente ya que dejamos de ser nosotros para ser parte de Él siendo guiados por su sabiduría y por lo tanto cumpliendo con sus propósitos. Desde esa mirada נפש, Nefesh, alma y Ruaj רוח, viento, nos llevan a esa palabra Espíritu para poder comprender nuestra esencia.
Denotándonos que todo depende del Espíritu del Creador quien mueve este mundo y el universo, de allí que palabras en hebreo, Ruaj Elohim, describen la presencia de ese Creador desde nuestro comienzo. Ruaj viento o espíritu nos lleva al contexto de Ruah Elohim del texto Bíblico, para hablarnos del verbo merahefet ampliándonos un hermoso escenario en donde se nos denota que Él nos guía. Quizá por ello dicho termino aparece exclusivamente en la Torá para expresar el máximo esmero, amor y afecto de un águila que revolotea, merahefet, sobre sus polluelos y los recoge bajo sus alas.
Desde esa relectura podemos vislumbrar en ese viento algo diferente que no puede expresar ese delicado amor, ese cuidado y afecto divino, sino somos capaces de tener una perspectiva espiritual que con su sabiduría nos genere el entendimiento para percatarnos que ese viento que sopla desapasionada e indiferentemente sobre nosotros contiene el Espíritu del Creador, que aletea tierna y amorosamente sobre toda Su creación y así es como Él logra cernirse dulce y apasionadamente en nuestro ser al ingresar con su hálito de vida a nuestro sistema respiratorio.
Así las cosas estamos llamados a buscar, siguiendo el ejemplo de todo lo que nos rodea de Él, lo que significa imitar su naturaleza para vivir unidos y reencontrarnos con sus propósitos, siendo guiados para ello por su fluir amoroso, ese que nos permite discernir entre lo que debemos y no debemos hacer para alcanzar esos frutos divinos. Es tiempo que empecemos entonces a identificarnos con nuestra naturaleza y esencia y así gracias a ella continuemos el camino de retorno hacia el sitio del que un día por nuestra desobediencia nos alejamos.
El Texto de Textos nos revela en Mateo 6:33, “pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Oremos para atender nuestros entornos y dejarnos guiar por nuestro Creador.