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Mi kabbala – Sivan 22 – viernes 28 de junio del 2024.

¿Ver?

El Texto de Textos nos revela en Números 33:55, “y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis”.

Se cree que nuestra visión como sistema esencial para nuestra mente y su imaginación permite a nuestras almas el recrearse en alucinaciones que clasificamos como realidad pese a que esta puede ser distinta a lo que interpretamos como percepción de lo exterior, mundo del cual solo percibimos una parte, coexistiendo en sueños y anhelos que nos distraen con sus signos y símbolos del camino verdadero, llenándonos así de antagonismos debido a que suponemos todo no como manifestaciones de la divinidad sino desde el engaño de nuestros satisfactores y sesgadas expectativas, תִּקְוָה, tiqvah.

Desde esa perspectiva, la letra Ayin, ע, del alfabeto hebreo, corresponde para quienes así lo creen al ojo, y aunque para algunas personas significa vacío o la nada y hasta la destrucción, como símbolo se nos ratifica que todo tiene una relación, en donde incluso el viento y sus ruidos aunque nos hagamos los sordos nos revelan la necesidad de rasgar el velo que tenemos frente a nuestra mirada egoísta del mundo para así poder percibir otra realidad, una que abra dichas ventanas o velo de ese templo corporal para con esa luminosidad divina entender lo que es la verdadera vida.

Ayin, puede también servirnos de advertencia, frente a las crisis, para cuestionarnos, llevándonos a que tengamos en cuenta todas las señales y alarmas que regularmente desatendemos, mientras seguimos edificando nuestras torres de Babel con nuestras desinformaciones, para lo cual deberíamos cerrar nuestros parpados y proponernos un crecimiento interior y una evolución espiritual, cultivando para ello a diario una dinámica de vida diferente en donde nuestros anhelos y sueños sean para compartir y no para competir, asumiendo desde esa lógica los mensajes divinos, מַלְאָך, malak.

Esta décima sexta letra del alfabeto hebreo, no tiene equivalente fonético con las lenguas occidentales, aunque se cree que corresponde a la letra griega ómicron, O, la misma que la cultura egipcia llamo udjat, ojo de Horus y a la que desde dicha perspicacia la gematria le da un valor numérico de 70, para insinuarnos que debemos percibir mejor las cosas y así poder derrumbar esas barreras que nos instan a engaños, haciendo visible lo invisible al iluminar nuestro ser con esos ojos interiores de la Palabra del Creador permitiéndonos tener una percepción, רָאָה, raah, diferente del mundo.

Nuestro Señor Jesucristo nos denoto que existe la posibilidad de una percepción más directa del mundo espiritual, una que no requiere de intermediarios y que nos llevaría a vislumbrar esa otra realidad, por lo que se trata de lograr que nuestra visión logre percibir ya no solo el origen y la causa de las cosas, sin detenerse en las apariencias, מַרְאֶה maré, sino también que en cada partícula podemos encontrarnos con esa fuente de agua viva fruto de atender Su palabra y a través de ella transformar nuestras coexistencias.

El Texto de Textos nos revela en Mateo 5:29, “por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”.

Oremos para que con nuestra vista podamos percibir mejor al Creador.