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Mi Kabbala – Tamuz 18 – miércoles 24 de julio del 2024.

¿Redimirnos?

El Texto de Textos nos revela en Sofonías 3:17, “Porque el Señor tu Creador está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos”.

La Biblia nos habla en el Apocalipsis de un segundo día de redención, פָּדָה (padah), en donde los creyentes esperamos ser raptados y liberados definitivamente por el único Rey justo y temeroso: nuestro Señor Jesucristo, ya que estábamos presos en la esclavitud del pecado. Segunda venida para los creyentes, pero que para el pueblo judío será la primera, momento en el cual todo ojo le verá, cumpliendo así la totalidad de las profecías. Instante a partir del cual la humanidad deberá empezar a obrar de acuerdo a los preceptos y mandatos del Creador, en un milenio en donde Él reinará.

Esperanza que nos invita a orar, ayunar, compartir, leer y estudiar la Biblia, así como congregarnos especialmente en familia para que, asumiendo una especie de Iom Kipur judío, estemos prestos para el llamado de nuestro Padre. Lo que significa que el objetivo principal de esa búsqueda diaria de integrarnos con Él, más que días de ayuno, debe vislumbrar en ese Teshuvá תְּשׁוּבָה (teshuvá), o retorno al Creador, todo un proceso de concientización respecto de nuestro final en este mundo en vez de seguir generando esas tragedias que significan vivir alejados de Él, siendo preciso tomar las medidas adecuadas para corregir todos esos comportamientos incoherentes.

Redención que algunos creyentes entienden desde el concepto, Ierushalaim, ciudad de paz, ירושלים (Yerushaláyim), que está compuesta de dos conceptos: Ira Shleimá, o sea Temor Completo. Lo que hace que Ierushalaim sea de alguna forma el centro universal de un perfecto temor o reverencia al Creador, lo que conlleva a trabajar por ese vínculo íntimo y equilibrado, en donde están presentes las dos emociones, tanto la del amor como la del temor. Siendo el amor lo que nos motiva el acercamiento hacia Él, mientras que el temor es lo que nos provoca vivir conforme a sus preceptos en vez de alejarnos de Él.

Redención que nos obliga igualmente a guardar una distancia, en donde se mantenga ese sumo respeto, מוֹקִיר (mokir), ya que demasiada proximidad puede quemarnos, deteriorando nuestro vínculo con Él. Por ello existen diferentes niveles de integración gracias a Su amor, los cuales van desde el filial, el ágape, el pasional, hasta el que le debemos al Creador, articulado al temor. Este debe entenderse como un vínculo, nunca como un deseo humano egoísta que solo quiere perjudicar a otros, ya que nuestro Padre Celestial nunca nos agrediría o defraudaría, menos aún desea castigarnos, pues Él es amor.

Jeremías, יִרְמְיָהוּ (Yirmiyáhu), nos llama a que le exaltemos, lo que adicionalmente nos invita a reconsiderar que debemos aguardar esa redención no solo de nuestras vidas, sino como pueblo que habita esta tierra. Esperanza que nos debe incitar a construir mecanismos de defensa o incluso murallas para protegernos de un mundo que ataca nuestra sensibilidad y vulnera nuestra espiritualidad. Así que cada uno de nosotros debe acercarse a esa Jerusalén personal, la cual significa una especie de fuero más íntimo en donde yace la sensibilidad hacia nuestro origen y esencia, amando siempre al Padre.

El Texto de Textos nos revela en Tito 2:14, “Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien”.

Oremos para que nuestra redención incluya a toda la humanidad.