Mi Kabbala – Tamuz 19 – jueves 25 de julio del 2024.
¿Reyes?
El Texto de Textos nos revela en Miqueas 5:4, “Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Creador; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra”.
Desde la etimología del latín regnum, se considera que es aquel territorio cuyos habitantes están sujetos a un rey y quizá desde dicho concepto se habla también biológicamente de varios reinos, donde encontramos diversas subdivisiones que no desdicen de sabernos partes integrales de una naturaleza con características comunes dentro de una variedad que se complementa. Una mirada que, desde la percepción del judaísmo, el cristianismo y el islamismo, se refiere al reinado, מַלְכוּת (malkuth), o soberanía de un único Creador que está sobre todas las cosas y al cual nos debemos.
Y aunque desde lo terrenal hemos intentado emular esta visión, se sabe que el Reino del Creador existirá eternamente, cogobernando nuestros seres, pese a que frente a nuestros libertinajes preferimos obviar esa Su voluntad y propósitos amorosos. Por ello, inmersos en los reinos de este mundo, debemos someternos a todo tipo de autoridades, algunas de las cuales poco respetan la autoridad divina superior y sus preceptos, llevándonos a que aprendamos e identifiquemos al final, desde lo individual, a qué rey, מֶ֫לֶך (melek), es que queremos servir.
El reino celestial implica una justicia, uno de los atributos del Creador menos considerados en este mundo, donde, hablando primordialmente del amor de Él y de su misericordia, le olvidamos, clamando así por una ira que se da simplemente porque Él aborrece la injusticia. Bien se afirma que la décima y última Sefirá: Malkut, Reino, מלכות, como atributo divino, es el de más bajo rango en el orden descendente de ellas, siendo ese atributo el receptor de todas las manifestaciones que están sobre ella, por lo tanto su característica principal es bitul, o autoanulación.
Concepto que deberíamos entender desde la lógica de que somos receptores de Luz para que, gracias a ese flujo proveniente de dichos atributos Superiores, usemos estos irradiándoles para percibirnos ascendiendo a través de las Sefirot superiores a partes de dicha Divinidad. La ventana o portal de Maljut nos insinúa la necesidad, como creyentes, de un servicio devoto, en donde recibamos esos dones o habilidades, מַתָּנָה (mattanah), para que, a través de nuestro compromiso diario, trabajemos en pro de esa armonía divina y así le otorguemos lo mejor de nosotros a nuestros próximos.
Y aunque seguramente seguiremos prefiriendo coexistir en reinos políticos, de las ciencias, educativos, financieros y hasta comerciales, embebidos en creencias que incluso se encargaron de entregar a nuestro Salvador a manos de reyes no idóneos, que han gobernado este mundo sin entender sus propósitos, lo verdadero es que esos reyezuelos con su muerte coadyuvan para que al final Él reine en nosotros y así pueda guiarnos hacia el único Reino existente, ese en donde podremos ser más conscientes de no seguir esclavizándonos a dichas falsas y erradas autoridades, מִשְׁטָר (mishtar).
El Texto de Textos nos revela en Juan 18:36, “Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; más ahora mi reino no es de aquí”.
Oremos para que el reino de los cielos permanezca a diario entre nosotros.