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Mi Parashá – Génesis 10:17

Cada nuevo versículo nos lleva a reflexionar sobre los aportes genéticos de los descendientes de Canaán, quien multiplicó sus errores y desinformaciones al punto de que los pueblos que de allí surgieron continuaron prolongando y magnificando estos fallos.

Heveo (חִוִּי), cuyo valor gemátrico de “Chivi” es 34, simboliza la idea de equilibrio y estabilidad. Sin embargo, este pueblo, que habitaba en la región de Canaán, nos enseña la necesidad de mantener un equilibrio en nuestras vidas, especialmente en medio de los desafíos y los cambios.

Arqui (עַרְקִי), con un valor numérico de 310, está asociado con la recompensa y la plenitud. Aunque es un grupo menos conocido en la narrativa bíblica, este número representa la búsqueda de la recompensa espiritual que proviene de vivir una vida recta y equilibrada.

Por su parte, Sini (סִּינִי), con un valor gemátrico de 130, nos habla de juicio y, por ende, de la importancia de la reflexión. Esto nos llama, como creyentes, a través de estos signos lingüísticos y sus definiciones numéricas, a reconocer la necesidad de la autoevaluación y la reflexión en el proceso de tomar decisiones y avanzar en la vida.

Como hemos venido reflexionando, se trata de buscar nuestro equilibrio y estabilidad, aun cuando la historia de estos pueblos refleje lo contrario. Esto nos demuestra que es difícil acogernos a los planes del Creador, y a veces terminamos desobedeciéndole, pero Él, a través de su misericordia, nos recuerda que debemos encontrar armonía incluso en medio de las pruebas.

A veces, la historia humana parece premiar a quienes no cumplen con los mandatos divinos, pero no podemos olvidar que nuestra verdadera recompensa es espiritual. Esta se obtiene a través de la rectitud y de llevar una vida equilibrada, motivándonos a seguir un camino de virtud y justicia. Además, esto nos lleva a una autoevaluación constante, haciéndonos conscientes de los efectos a largo plazo de nuestras decisiones, necesitando la guía divina para no desviarnos del camino correcto.

Abordar de manera coherente los desafíos que nos invitan a mantener el equilibrio interior implica, al mismo tiempo, reconocer esas recompensas espirituales que significan crecimiento. Nuestras reflexiones deben ayudarnos a navegar por los desafíos diarios con mayor conciencia y propósito, asegurando que nuestras acciones estén alineadas con nuestras metas espirituales.

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