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Mi Parashá – Génesis 8:10

Profundizar en el concepto de paciencia “סבלנות” (Savlanut) nos lleva a visualizar este atributo como algo fundamental en nuestras vidas, ya que está profundamente relacionado con nuestro desarrollo espiritual y el proceso de crecimiento personal.

No se trata solo de una capacidad para esperar, sino que implica una virtud que conlleva la aceptación del tiempo divino y el reconocimiento de que cada cosa tiene su momento adecuado según el plan del Creador. Por ello, se nos lleva a entender la idea de “Tiferet” (תִּפְאֶרֶת), que es la sefirá o esfera que representa la armonía, la belleza y el equilibrio.

Tiferet es la síntesis entre la bondad (Chesed) y el rigor (Gevurá), y la paciencia juega un papel crucial en lograr este equilibrio, ya que le permite a una persona encontrar el equilibrio entre los extremos, esperando el momento justo para actuar, sin precipitarse ni retrasarse indebidamente. Incluso está relacionada con la sefirá de “Maljut” (מלכות), que simboliza la manifestación y la receptividad.

La paciencia es entonces la disposición para recibir el flujo divino en el tiempo adecuado, sin intentar forzar los resultados prematuramente. Por ello, su valor numérico es de 548 (ס=60, ב=2, ל=30, נ=50, ו=6, ת=400), el cual, al descomponerse, nos ofrece más significados: 5 + 4 + 8 = 17, ya que el número 17 está asociado con la palabra “טוב” (Tov), que significa “bueno”.

Esto sugiere que la paciencia está inherentemente conectada con lo bueno y positivo, indicando que la paciencia lleva a buenos resultados y bendiciones. Además, 1 + 7 = 8, lo que nos indica que el infinito, lo que está más allá de lo natural, nos otorga ese poder de la paciencia para trascender las limitaciones del tiempo y del ego.

La paciencia de Noé refleja su disposición para esperar antes de volver a enviar a la paloma, mostrándonos que en la repetición del intento hay confianza en encontrar tierra seca y un nuevo comienzo. La palabra “שִׁבְעַת” (Shiv’at – “siete”), por su valor numérico de 772, es vital para comprender que la paciencia nos lleva a la perfección espiritual y la completitud.

El concepto de “מִן־הַתֵּבָה” (Min-hatevá – “desde el arca”), que nos da un valor de 547, complementa la idea de que al esperar siete días antes de enviar nuevamente a la paloma, se nos llama a alinear nuestras acciones con el ciclo natural de la creación y el tiempo divino. Por ende, la paciencia incluye esa preparación espiritual antes de tomar acción.

El hecho de que Noé espere otros siete días antes de enviar nuevamente a la paloma nos enseña además la importancia de la paciencia y la preparación en nuestro camino espiritual. La repetición del número siete es importante porque resalta la necesidad de esperar un ciclo completo de tiempo y reflexión antes de actuar, lo cual es crucial en los procesos de renovación y cambio.

El número siete es significativo porque representa la culminación de un ciclo, y su repetición indica que Noé está siguiendo un patrón divino de espera y acción. Esto nos enseña la importancia de sincronizarnos con los tiempos adecuados y no apresurarnos en nuestras decisiones.

En nuestras vidas, debemos evitar desanimarnos si nuestros primeros intentos no resultan como esperamos y, por el contrario, tener la sabiduría para esperar el momento adecuado y actuar con renovada esperanza. Esta lección nos lleva a tener fe en el proceso divino, como fundamento de esa preparación cuidadosa que nos llama a estar en sintonía con los tiempos divinos para que nuestros esfuerzos tengan el máximo impacto.

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