Mi Parashá – Génesis 8:15

El Creador se comunica directamente con Noé después del diluvio para instruirlo sobre todo lo que sigue, un mensaje divino que nos denota un largo proceso que continúa para alcanzar esa purificación y renovación. Quizá por ello, el valor numérico de las expresiones “וַיְדַבֵּר” (Vayedaber – “Y habló”) de 222, “אֱלֹהִים” (Elohim – “Dios”) de 86 y “נֹחַ” (Noaj – “Noé”) de 58, nos lleva al número 222, asociado con “Vayedaber”.

Este número nos presenta esa manifestación de la palabra divina como un contexto de equilibrio y armonía, crucial después de un tiempo de caos, y que debe leerse como un símbolo de balance y dirección en la vida espiritual. Nos enseña que, después de un período de transformación y renovación, es esencial estar abiertos y receptivos a la guía divina para saber cómo proceder.

Esta propuesta nos recuerda que la palabra del Creador no solo es instrucción, sino también una fuente de fuerza y claridad. Así que, después del diluvio y la secuencia de eventos que han llevado a la renovación de la tierra, el Creador habla a Noé para darle instrucciones sobre los próximos pasos a seguir. Esta comunicación debe entenderse como una revelación que contiene esa guía para lo que, para Noé y su familia, debe ser ese nuevo capítulo de la vida.

Vale la pena que revisemos los momentos en que necesitamos escuchar la “voz” de la sabiduría divina después de pasar por tiempos de prueba o cambio, y atendamos ese llamado a las señales y mensajes que pueden guiarnos en nuestros próximos pasos, asegurando que nuestras acciones estén alineadas con un propósito mayor.

Debemos estar abiertos a la comunicación divina, especialmente en los momentos clave de nuestras vidas, para que, después del juicio y de la subsiguiente purificación, asumamos esa transformación, gracias a la guía divina, la cual nos ayuda a encontrar el camino correcto, a restaurar el equilibrio y a avanzar con claridad y propósito en la nueva etapa que se nos presenta.