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Elul 2 – jueves 5 de septiembre del 2024

¿Épocas?

El Texto de Textos nos revela en Daniel 12:10, “muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán. 11 Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. 12 Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. 13 Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días”.

Algunos creyentes consideran que las siete iglesias de Asia de las que nos habla el libro de Apocalipsis, הִתגַלוּת (Hitgalut), y que hacen referencia a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea, no tienen que ver realmente con mensajes para quienes se congregaban en esos lugares físicos, sino más bien para todos los creyentes, que debemos tener en cuenta los siete periodos de nuestra historia, la cual, según algunos, se cumplirá apocalípticamente en este siglo XXI, después de siete mil años. Es un lenguaje cifrado en el que se expresa el final de un conjunto de reinos que generaron caos en la tierra.

La gematría nos dice que el número siete simboliza plenitud, completitud, perfección y universalidad, una mirada que nos sirve de introspección a los creyentes para entender, a través de la lectura del Apocalipsis, que el reinado de nuestro Señor Jesucristo nos reorientará a través del Espíritu Santo, reconectándonos después de tantas desobediencias, לִמְרוֹת (Limrot), las cuales se reflejan también en esas siete iglesias que poco comprendieron este mensaje liberador, que desafortunadamente distorsionamos por nuestros egoísmos.

Quienes consideran que este listado denota una secuencia geográfica, definida por la carretera romana que las conectaba, nos hablan también de un orden lógico para cada periodo, el cual incluye tanto la época romana como la griega y, a su vez, todas las posteriores. De allí que cada carta esbozada se articula con las visiones del libro de Daniel, para ayudarnos a entender que nuestra historia de caos ha llegado a su fin gracias a que el mismo Creador se humanó para redimirnos, לִגְאוֹל (Lig’ol).

El mensaje, aceptando o no las lecturas que algunas personas hacen de estos textos, tiene algo en común: la invitación como iglesia para reconectarnos con nuestro Padre Celestial, insinuación que nos proporciona una visión de la importancia de la fe y del amor que nos debemos tener como prójimos, el cual supera nuestras imperfecciones, erradas costumbres e incluso los propósitos mercantiles de un mundo que requiere renovarse, fortaleciendo sus lazos espirituales, gracias a que crece en confianza en un Creador que nos rescata de nuestras propias tribulaciones, צָרָה (Tzarah).

Apocalipsis o revelación, חֲשִׂיפָה (Jasifa), no puede entenderse como un texto aislado de juicio o condenación, sino como una invitación para que le conozcamos más y más a Él y, guiados por Sus mandatos, repensemos nuestras obras cotidianas intentando que estas sean acordes a dicha obediencia, por la que Él históricamente clama. Desde cada una de sus líneas, nos ofrece estas señales para que todo lo que hagamos esté coloreado de estas expresiones de fe. Aunque se requieren obras, sin fe estas no tienen sentido. Esto significa que Él reconoce nuestros esfuerzos, pero nos invita a saber que debemos y podemos mejorar al ser guiados por Él y su amor.

El Texto de Textos nos revela en Apocalipsis 15:1, “y vi otra señal en el cielo, grande y maravillosa: siete ángeles que tenían siete plagas, las últimas, porque en ellas se ha consumado el furor del Creador”.

Oremos para que en todo tiempo y momento nos fortalezcamos en la fe.

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