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Mi Kabbala – 12 Shevat 5784 – Martes 23 de enero del 2024

¿Sembramos?

El Texto de Textos nos revela en Isaías 65:22, “no edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque como los días de un árbol, así serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos”.

No es un secreto que los árboles nos producen algo más que oxígeno, que estos purifican el aire, que además forman suelos fértiles, que también evitan la erosión e incluso que mantienen los ríos limpios, al captar agua para los acuíferos, sirviendo entre otras cosas  de refugio para la fauna, virtudes que implican el reducir la temperatura a su alrededor, propiciando así el establecimiento de otras especies, al regenerar los nutrientes de la tierra, así para algunos solo mejoren el paisaje o den sombra, en fin, un árbol es símbolo de vida por lo cual Binà, בִּינָה, como inteligencia, nos llama a través de esa figura a volver a nuestra raíz, nuestro Creador, nuestro teshuvà תשובה, rectificándonos, corrigiéndonos.

La tarea de buscar ese deseo unificador como nuestro mayor anhelo nos debe llevar a transformarnos para que todo vuelva a su raíz, desde esa perspectiva culturas como la Judía nos invitan a entender el día de la bendición de la fruta o B´shvat ט”ו בשבט, como una fecha para sembrar árboles en representación de nuestros mejores deseos, agradeciendo así al Él por todo lo que nos da, siendo esta una de las siete grandes festividades de dicho pueblo que como el Sucot se da luego de cuatro meses en que se han saturado los suelos y nutrido dichas semillas para que más adelante den frutos, como un recordatorio de la necesidad de ser más gratos y aportarle así al mundo lo mejor de nosotros.

En tiempos en donde cada vez parece que apreciamos menos la naturaleza, que maravilloso que como humanidad aprendamos a celebrar la vida, honrando nuestras interacciones con el todo y lógicamente con las plantas y árboles, naturaleza que nos enseña la importancia de nutrimos de nuestras profundas raíces, las cuales nos remontan no solo a nuestros patriarcas, sino a la Palabra, para que esas ramas del Árbol de la Vida sea las que nos dirijan hacia el cielo denotándonos que nuestros frutos están siendo bendecidos por Él gracias a nuestras oraciones, Shajarit, שַחֲרִית.

Al hablar de fruto פרי, los creyentes debemos entender que se nos ha sembrado la palabra para que guiados por ella reproduzcamos esas semillas en nuestros entornos, lo que quiere decir que esos frutos representan nuestras buenas acciones. Y es que todo nos enseña si así nos lo permitimos, por lo tanto, ese conocimiento práctico que reconocemos como sembrar nos debe incentivar no solo a que cuidemos de todo lo que nos rodea sino a la vez que plantemos en todos nuestros entornos la Palabra del Creador, enseñándole a las nuevas generaciones de la importancia de esta, así como de la preservación de todos nuestros ambientes especialmente los que tienen que ver con nuestro ser interior.

Seguir mal usando nuestros dones e inteligencia es lo que hace que nuestras costumbres nos confundan y en navidad no entendamos que ese árbol, Etz, עצ, es el de la Vida, el mismo que nos reitera de la llegada del Mesías a nuestros seres, el cual debe ser nuestra Luz, no tanto para decorar sino para guiar nuestros hogares, para que no sean esos confusos ritos y celebraciones sino su esencia la que amolde nuestras creencias como hijos del Creador.

El Texto de Textos nos revela en Lucas 23:31, “porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?”

Oremos para que a diario sembremos vida con nuestras palabras.