Mi Kabbala – 13 Jeshván, 5784 – Sábado 28 de octubre del 2023
¿Entendimiento?
El Texto de Textos nos revela en Malaquías 4:4, “acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. 5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”.
Se asegura que producto de una contracción voluntaria del Creador, retrajo gran parte de lo que nosotros consideramos como su Luz, hacia sí mismo, creando un espacio vacío para que luego esos fragmentos de materia, que hoy entendemos como átomos de nuestro universo, se empaqueten a través de sus moléculas interconectando todo permitiéndonos a nosotros ser parte de una dimensión terrenal a la que como seres vivientes nos debemos integrar en primera instancia, en busca de sumarnos a esa fuerza koaj כּיחַ, universal, que nos permite fluir con el Creador y su Luz reconectándonos al todo.
Plan que fue preconcebido para crearnos como partes: sus hijos, בן, con un libre albedrio del cual derivan unas intenciones que a su vez fruto del lenguaje reproducen conceptos abstractos que como humanos predominan gracias al pecado, ello producto de nuestra fragmentación y separación con ese universo Superior, confusión de la que debemos hacernos conscientes para lo cual requerimos de retroalimentarnos de nuestro Señor Jesucristo como Árbol de la Vida para que voluntariamente nos reconectemos.
Emanación, Atzilut o Olam Atsiluth, עוֹלָם אֲצִילוּת, que nos posibilita comprender nuestra creación, formación y materialización, proceso a través del cual podemos entender mejor nuestras actuales realidades para proponernos integrarnos y ser parte del todo al comprendernos a través de esta dimensión material que visionada desde lo mental, sesga nuestros limitados y finitos imaginarios, disminuyendo la capacidad de explicar lo infinito e ilimitado de todo frente a una simbología que solo nos posibilita el expresarnos de estas orbes terrenales que percibimos como nuestra única realidad.
Árbol sefirótico que nos manifiesta en su columna derecha ese tinte expansivo y masculino, activo, donde predomina la fuerza, en la izquierda las características restrictivas, limitantes y femeninas, pasivas, donde prevalece la forma y en la del medio el equilibrio, tal como se desarrolla el pulso de la vida. En su triángulo superior, las sefirot de Keter, Jojmá y Biná, nos proyectan el mundo de la emanación donde el elemento es el fuego y luz, mientras que las otras 6 sefirot: Jesed, Guevurá, Tipheret, Nétzaj, Hod, Iesod, son de la construcción y constituyen el zeir anpín o pequeño rostro y se relacionan con los aspectos emocionales, mientras que la última sefirá o malkut representa al mundo físico o terrenal.
Somos parte de la creación y dichas manifestaciones y sus senderos, representados no solo las letras del alfabeto sino en los estados, sefirá, nos acercan a la comprensión de como se creó el mundo, simbologías, que nos dan gracias a las madres: alef, mem y shin, las siete dobles bet, guimel, dalet, kaf, pei, reish y tav y las doce elementales hei, vav, zain, tet, iud, lamed, nun, samaj, ain y kuf, la orientación para integramos en cuerpo, mente y alma con el Espíritu, gracias a la guía de su Palabra y su fluir amoroso que debe tomarse nuestro cuerpo como templo, para iluminar nuestro entendimiento.
El Texto de Textos nos revela en Hebreos 12:25, “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos”.
Oremos para que en todo podamos vislumbrar la presencia de nuestro Creador.