MI Kabbala – 22 Tevet 5784 – jueves 4 de enero del 2024
¿Invocación?
El Texto de Textos nos revela en Deuteronomio 6:4, “Oye, Israel: Jehová nuestro Creador, Jehová uno es”.
Los creyentes tenemos diversas formas de llamar o invocar a nuestro Creador, aún entendiendo que su nombre es impronunciable, de acuerdo al tetragramaton YHWH, se nos hace una insinuación en la Torá con estas cuatro letras, yud-hey-vav-hey, יהוה, muy significativas para el idioma hebreo en el cual no hay vocales, lo que derivó en que los traductores nos hablen de Jehová, usada por el mundo latino desde el siglo XVI o Yahvé, intentando llevar a nuestros idiomas estas visiones al respecto de nuestro Creador que a través de nuestro Señor Jesucristo nos ha pedido hacerlo a través del amor.
Hay quienes aducen que la raíz de este término significa ser, contexto original del concepto Yo Soy, el que Es, o aquel que trae el ser a la existencia. Más el tema es tan profundo que hay quienes replican que el nombre en sí mismo tiene poderes mágicos, idea que es aceptada en algunos textos cabalísticos. Quizá por ello hay quienes derivan de estos conceptos expresiones como netinéo nĕtı̂nı̂m נְתִינִים, siervo o regalo, Iaô, el cual llevado al griego; Iaô, se cree viene del antiguo Yahu y del samaritano Iabe, que a su vez viene del arameo Yaw que se conjugan como YHWH.
También hay quienes relacionan estos conceptos con nuestras cuatro formas: punto, línea, plano y cubo, que desembocan quizá en la llamada hoy en día realidad virtual 3D y que como resultado de su combinación se percibe como la esencia de nuestras realidades que deben por ende tener similitud con el mundo Superior, así que desde dichos preceptos lineales en el vacío el Creador expresó la letra Yud, como un punto, la letra Hey, como un plano, la letra Vav,como una línea y la letra Hey, como una figura, creando nuestra ilusión 3D, lo que además nos puede llevar a entender la última letra Heycomo una revelación de la primera y por ende la realización de nuestra forma material hecha por el Señor אָדוֹן adon.
Probablemente por ello hay quienes sugieren que nuestras bocas no deben pronunciar dicho nombre sagrado y más bien nos invitan a escribirle como D’s, referencia que aparece miles de veces en algunas Biblias y que ha incitado a usar una variedad de cualidades, características o seudónimos como Adonai o Señor, Elohim o la visión rabínica que prefiere clamarle como HaShem, השם Shem Hameforash, u otras casi sesenta denominaciones que dentro de sus posibilidades que nos dan no solo cualidades o características al respecto de Él sino a la vez insumos para acercarnos más a su deidad en oración intentando invocarle más que con palabras con nuestros actos gratos y serviciales.
Es por ello que la Viuda de Sarepta צָרְפַת TSarefát, nos enseña que Él cual orfebre nos esta preparando a diario para que más allá de nuestras creencias, visiones, interpretaciones o de nuestras reflexiones vale la pena dejarnos guiar por Su Espíritu Santo para alcanzar ese crecimiento integral, que nos invita a evitar expresar, manipular y manosear el nombre de nuestro Creador, sabiendo que todas esas sus características solo nos deberían servir para reconocerle como nuestro Padre Celestial gracias a que entendemos que son nuestras oraciones en ocasiones en silencio las que nos dan ese mayor acercamiento con Él, integrándonos más allá de cualquier palabra a su amoroso fluir.
El Texto de Textos nos revela en Juan 16:22, “en aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”.
Oremos para que respetemos a nuestro Creador y no usemos su nombre en vano.