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Mi Kabbala – 28 Jeshván, 5784 – Domingo 12 de noviembre del 2023

¿Disfraces?

El Texto de Textos nos revela en Génesis 3:21, “Y Jehová el Creador hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”.

El pecado Jata חָטָא, nos llevó a dejar de vernos a través del Espíritu: iluminados y a separarnos del eterno al comer del fruto del árbol del conocimiento, apagándonos, sometidos a un cuerpo y a cubrir nuestra vergüenza lo que significa que debemos reenfocarnos en nuestro espiritualidad para iluminar nuestro entendimiento y percibirnos conscientemente como partes de Él, abriendo nuestra visión que es más que física a reconocernos como hijos lo que implica no solo el arrepentirnos de sabernos desconectados de nuestro Padre Celestial sino el corregir dicho estado.

Fue así como a partir de alejarnos del Creador nuestras vidas, costumbres y tradiciones empezaron a relacionarnos solo desde lo terrenal mental y con ello a describimos desde esas características perceptibles sesgadas e incompletas promoviendo así un mundo de apariencias e ilusiones en donde incluso esas prendas dadas por el mismo Creador poco nos recuerdan dicha desobediencia y nuestro pecado sino que desde nuestros egos nos proyectan disfraces que ropajes cual reyes nos cubren Kasah כָּסָה, alimenta nuestras alucinaciones y emociones para distancian más de Su amor misericordioso.

La Biblia denota en el mensaje de nuestro Señor Jesucristo una reorientación para devolvernos la esperanza y así esos múltiples disfraces plagados de desilusiones no nos sigan perpetuando dicha vergüenza producto de nuestra desconexión, así que no necesitamos de esas máscaras o de vestuarios labash לבשׁ extraños, ya que dentro de nuestro cuerpo se encuentra esa verdadera belleza divina que nos llama a reconectar nuestra Alma a su Espíritu logrando con ello revestirnos de Su Luz la cual nos saca de la esclavitud de todas las ilusiones estéticas que nos sofocan.

En la Biblia encontramos recomendaciones para dignificar nuestra cuerpo o carne גוף, lo cual va más allá de esa vestimenta que nos invita al recato, fijándonos así menos en las apariencias superficiales y en esos disfraces que con sus representaciones hacemos sobre todo, obviando valorar más lo que en esencia nos debe caracterizar: nuestro ropaje lumínico espiritual, hoy cubierto por nuestro pecado lo cual conlleva a la muerte y al derramamiento de sangre y por ende, no nos reconocemos hechos a imagen y semejanza del Creador por lo cual debemos usar prendas que le alaguen, alaben y que nos recuerden ello.

Como Abdías Abdías עֹבַדְיָה, ʿŌḇaḏyā, estamos llamados a servirle al Creador lo que implica el dejar de seguir retroalimentándonos de frutos prohibidos, celebrando incluso extrañas festividades en donde se promueve una serie de actitudes medievales paganas a través de las cuales representamos todo tipo de fantasmas y brujas, incitando a nuestros niños al pecado, atrayéndoles con dulces para atarles más a ese dimensión ilusoria, obviando además que nuestras fiestas están allí para reiterarnos que hay muchas cosas para corregir y revisar siendo nuestra ropa y todos los disfraces que de ella se desprenden, la mejor forma que comprendamos esa revelación divina para alcanzar una nueva dignidad en donde nos reconocemos desde nuestra esencia y lo interior nuestro.

El Texto de Textos nos revela en Mateo 3:4, “y él, Juan, tenía un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero a la cintura; y su comida era de langostas y miel silvestre”.

Oremos para que nuestro Espíritu sea nuestro más preciado ropaje.