Mi Kabbala – 3 Shevat 5784 – domingo 14 de enero del 2024

¿Ofrendas?

El Texto de Textos nos revela en Daniel 9:20, “Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Creador por el monte santo de mi Creador; 21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento”.

El concepto de ofrenda קָרְבָּן, korban, viene de la raíz ק–ר , que nos ofrece matices con sus significados ya que allí también podríamos traducir sacrificar, להקריב, lehakriv, del verbo acercarse, להתקרב, lehitkarev, que a su vez nos habla de una relación, tan familiar קרוב משפחה Krov Mishpaja, que podemos advertir en todo ello implica una la invitación de nuestro Padre Celestial a través de su Palabra para que ofrendemos nuestro amor sacrificándonos por todos nuestros hermanos para que así todos nos integremos a Él a través de su obra, lo que se traduce en sabernos hijos del Creador: de una sola familia.     

La historia de los reyes magos nos ofrece por ende diferentes enseñanzas y una de ellas nos reitera que Baltasar entregó oro al considerarlo Rey de Reyes, mientras Gaspar mirra, מֹר, para decirnos que se trata del hijo del Creador y que así como a las divinidades se les rinde culto en los altares quemando incienso, Ketoret קטורת, más a Él, a la vez que Melchor le otorgó la mirra para expresarnos que como hombre Él moriría en la cruz por nuestros pecados y esa resina ungiría su cuerpo sin vida cuando llegase el momento del deceso, perspectiva que nos invita a nosotros como creyentes a ofrecerle a cada instante lo mejor de nosotros a nuestro Creador.

Desde esa perspectiva hay quienes consideran que estos tres reyes, filósofos y astrólogos provenientes de Arabia, la India y Persia cumplieron con otro propósito, ese que luego de su visita les convertiría en portadores para esas otras creencias de estas buenas nuevas, las cuales siguen manifestándose a todos los reinos del mundo, pero que debido a nuestras confusiones, mitos y ritos nos siguen llevando a pedir incluso pruebas de aquel sacrificio, en vez de dar de lo mejor de nosotros a Él ya que se trata de ofrecer y no de pedir לְתַשְׁאֵל. letash’el, si, de dar de lo mejor de nosotros para alcanzar esa reintegracion a Èl.

Ofrecimiento que desde el relato de la estrella de la Anunciación, נָגַד nagád aviso, nos motiva a ver allí más que el símbolo de la unión de todos los trabajos que realiza el ser humano a lo largo de su vida, gracias a estos cuatro elementos de la Creación, hasta percibir esa quinta esencia que tiene que ver con la perfección de nuestra tarea humana, lo cual nos obliga como dichos reyes a postrarnos ante el neonato, y gracias a esa fe renaciente compartir ese amor y dicha fe con nuestros próximos.

Él como Árbol de la vida no requiere de nada más, así que estamos llamados a ofrecerle todo nuestro oro, bienes, nuestro incienso, esfuerzos y sacrificios y toda nuestra mirra, dones y deseos, para lograr nuestra pureza espiritual y que ella se sume a nuestra voluntad que es vida y acción para lograr nuestra elevación y constante motivación que depende de Su sabiduría Chokmâh חָכְמָה,  lo que implica una transmutación y liberación de todas esas tendencias inferiores que regularmente nos dominan porque no estamos dispuestos a dar.

El Texto de Textos nos revela en Mateo 2:1, “cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”.

Oremos para que reine en nuestros seres únicamente Jesucristo.

Mi Kabbala – 3 Shevat 5784 – domingo 14 de enero del 2024
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