Mi Kabbala – 8 Adar 5784 – sábado 17 de febrero del 2024

¿Consanguinidad?

El Texto de Textos nos revela en Levítico 17:11, “porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona”.

Es nuestra sangre todo un misterio, tanto, que algunas culturas hasta hablan de linajes, visión que llevada a nuestra genealogía, יָחַשׂ, yāḥaś, ADN o código genético nos demuestra también que hay algo más en ella que una expresión material, en donde el Yo Superior se relaciona con nosotros mismos, entregándonos en ese líquido vital toda la información necesaria para nuestras vidas, sin embargo hemos preferido con nuestras contrariedades el derramamiento de esta incluso ofreciéndole está a ídolos y a la misma muerte.

En su composición química la sangre cumple funciones que permiten la comunicación orgánica con todo el cuerpo, las cuales a su vez sirven para el equilibrio de la vida por lo que la afectación en esta, genera todo tipo de peligros, לְהִסְתַּכֵּן, Lehistaken, debido a que algunos agentes patógenos que se integran a este vehículo serán trasportados por todo el cuerpo, tengamos en cuenta que este líquido de vida es además nuestra conexión con el alma vital o vegetativa generando así una especie de interface entre lo espiritual, lo físico y lo mental, lo cual nos recuerda que hacemos parte integral de un mismo todo.

Cada sistema tiene algo que ver con la sangre, siendo el sistema circulatorio el que la trasporta para retroalimentar todas nuestras células, תָּאִים ta’im, así es como el urinario limpia aquello que no nos es útil y el respiratorio nos conecta con esa parte física a través de la respiración y Su halito de vida, siendo puente de unión incluso de la personalidad intelectual racional y la consciencia espiritual que es divina. Es por ello que se cree que al inspirar aire fluimos hacia adentro para conectar con nuestro interior, y al espirar este volvemos a las relaciones del mundo exterior, permitiéndonos vincularnos permanentemente con toda la creación en sus diferentes dimensiones tanto animadas como inanimadas en las cuales coexistimos.

El tema es tan profundo que los eruditos explican que la sangre, en hebreo, דם, dam,tiene que ver conם, mem,agua y con conceptos comoד, dalet, agua que habla, lo que explica a través de nuestro código genético esa conexión que hace que los glóbulos blancos de la sangre provoquen con otras células del cuerpo un vínculo con lo que es nuestra vida. Por ello de allí también nacen palabras como tierra, אדמה, adamah, que por su color rojo nos da aún más elementos para fusionar otros conceptos como אדום, adom o אדם, Adam.

Todo se relaciona si queremos atender estas analogías que nos llevan al mar, ים yam para hablarnos que la sangre tiene relación u origen en el plasma marino, tanto que estas dos sustancias comparten estructuras químicas, que simplemente explican la importancia de entendernos como un todo, plasma parecido a la sangre humana, que aunque es más salina y tiene más cloruro, nos denota esa interconexión total que nos incita a ver también en nuestro corazón más que ese órgano que distribuye la sangre por todo el cuerpo y se une a nuestra alma, como el espacio perfecto para reencontrarnos con el amor divino.

El Texto de Textos nos revela en Lucas 22:44, “y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra”.

Oremos para que la sangre del Cordero inmolado purifique nuestros días.

Mi Kabbala – 8 Adar 5784 – sábado 17 de febrero del 2024
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