¿Mensajes?
El Texto de Textos nos revela en Daniel 4:17, “Esta sentencia es por decreto de los vigilantes, y la orden es por decisión de los santos, con el fin de que sepan los vivientes que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place, y pone sobre él al más humilde de los hombres”.
Tanto profetas como ángeles acompañan nuestras realidades espirituales, sin embargo poco o nada comprendemos ello. Ángel, malaj, מַלְאַךְ o mensajeros, que incluso disfrazados de humanos nos denotan que entre cielo y tierra no hay nada oculto y que el Creador usa a la misma naturaleza para revelarnos sus mensajes de vida. Y aunque hay quienes prefieren confiar en otros seres como satán, שָּׂטָן, el acusador, todos sabemos que de una u otra forma todos hacemos parte de lo creado y por lo tanto, estaremos frente a la gran corte celestial en algun momento, así algunos no quieran seguir los consejos de nuestro Padre y por ende vivir en desacuerdo con su Creador.
Bajo esa mirada y atendiendo dichos mensajes debemos ser Santos, kadosh, קדוש, de la raíz קדש, separados, visión que nos invita a reconocer que el Creador nos separó con un propósito especial e incluso sagrado, lo que implica que Él nos protege y aspira que nuestras vidas no sean mal manejadas. Hacemos parte integral de una creación que nos aporta así en ocasiones nosotros queramos apartarnos, pero a la vez, que requiere que nosotros seamos útiles y cumplamos con los propósitos armónicos de esta.
No es gratuito que en esos mensajes se nos reitere que todo nuestro cuerpo debe entenderse como un Templo, sí ese lugar que para los hebreos es el más sagrado del mundo, espacio que esta para ellos en Jerusalén, lo cual indica esa máxima expresión de: cómo apartar algo, para así protegerlo, siendo además este estratégicamente situado en una alta colina, en el centro de la ciudad más santa, en la tierra más santa, y en su cámara interior reside lo más sagrado: la presencia del Señor.
Los creyentes sin embargo y gracias a las revelaciones del Espíritu Santo entendemos que ese lugar está en nosotros, en nuestro cuerpo, templo donde se conecta Él con nuestra alma, para guiarnos rumbo a esa vida eterna de la cual nos separamos voluntariamente, siendo por ello necesario el entender nuestros actos como ofrendas para Él. Y al aceptarnos como separados y además como seguidores de Cristo para lo cual debemos acercarnos más y más a Él a través del amor y del servicio en este plano terrenal.
Probablemente por ello el concepto de corbán, קָרְבָּן que viene de la raíz CRB que significa acercarse, es todo un mensaje divino que nos recuerda que aunque en el pasado se requería el sacrificio de llevar un animal al altar en Jerusalén, para acercarse tanto fuese posible al Creador, Jesucristo sirvió de sacrificio y hoy al alimentarnos de su pan de vida de su Palabra a través de la Fe, estamos más cerca espiritualmente de Él siendo separados para cumplir con los propósitos para los cuales fuimos creados.
El Texto de Textos nos revela en Mateo 7:7, “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
Oremos para entender los mensajes que a diario nos da el Creador para sabernos separados y dignos de acercarnos a Él.