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Mi Kabbala – Adar 7, 5783/Lunes 27 de Febrero del 2023

¿Llamados? 

El Texto de Textos nos revela en Génesis 2:20, “y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él”.

Se cree que cuando una persona nombra algo o a alguien es porque tiene algún dominio sobre dicho objeto, una especie de acto de autoridad, pero a la vez que todo nombre genera un significado que relaciona a dicho objeto con algo especial, desde esa mirada se afirma que nuestros nombres regularmente derivan del lugar en donde vivían en su momento dichas personas, las tierras o posesiones y que de esas variantes y otras circunstancias hemos venido heredando más que un nombre unas características especiales. 

La biblia nos muestra infinidad de bellos ejemplos al respecto, siendo el de Lea laʾah  לאה y sus cuatro hijos un interesante modelo para con esa analogía buscar incluso el significado tanto de nuestros nombres o apellidos así como lo que estos nos dicen ya que nada es al azar. Desde esa perspectiva de Lea se deriva de alguna forma la palabra Judá יהודה Yahû’dâh y de allí el pueblo Judío lo que simboliza una fascinante progresión que nos va describiendo de alguna manera la experiencia cristiana de la fe. Propuesta que inicia contemplando al hijo del Creador, luego Él ruega por el perdón y busca que el Creador nos escuche, uniendo su Espíritu a nuestra alma para finalmente proclamar palabras de alabanza hacia Él. 

Entender dicha historia de la Tora nos lleva a Jacob quien desprecia a Lea y ama a Raquel, más allí el Creador al darle hijos a través de Lea y al negárselos a Raquel, nos da grandes lecciones, por ello cada hijo de Lea es un deseo de que su marido deje de menospreciarla, siendo el primero Rubén, que significa mira un hijo, una respuesta de como el Creador ha mirado su aflicción, el segundo Simeón, significa escuchada, al oír El Creador a la menospreciada, el tercero da esperanza al afirmar, esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos dándole el nombre de Leví, juntado.


Más Jacob ni estimó, ni amó, ni apreció a Lea y por ello, ella finalmente, se da cuenta que a quien tiene que alabar es al Creador: Esta vez alabaré a Jehová. Y por eso llamó a este último Judá y dejó de dar a luz, palabra que en hebreo significa alabanza. Nombres que de alguna forma nos indican que estamos llamados a alabar al Creador y a bien decirle con nuestro sistema fonatorio para mantenernos dentro de esa línea creadora que desde Adán nos permite con nuestra lengua y razón tener mayordomía sobre las otras especies.  

Lograr encontrar en cada nombre todo ese contenido y significado espiritual, nos debe llevar también como creyentes a atender el llamado que nos está haciendo nuestro propio Creador a través de nombre, atendiendo los entornos en que cohabitamos imaginándonos gracias a todas esas expresiones el llamado celestial permanente y al cual nos negamos por seguir mal diciendo con nuestras diarias palabras y con ello continuar dejando de escuchar la voz del Creador que nos llama también a través de nuestros nombres.  

El Texto de Textos nos revela en Marcos 3:13, “Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: 16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; 17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno”.

Oremos para que atendamos los llamados del Creador.