Mi Kabbala – Av 12 – sábado 17 de agosto del 2024.
¿Justos?
El Texto de Textos nos revela en Miqueas 6:8, “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti esperael Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Creador”.
La Biblia está llena de enseñanzas dadas por seres excepcionales, fruto de sus historias de vida, que nos demuestran la importancia de vivir conforme a los mandatos del Creador. Seres como Abrahán, Jacob, Moisés, Samuel o Isaías nos incitan a responder a ese llamado celestial, respondiendo siempre: hineni (הנני), “aquí estoy”, denotando lealtad, atención y firme disposición para cumplir con Sus propósitos. Esos que, como creyentes, nos llaman a estar dispuestos a agradecerle y quizá devolverle a Él un poco de todo lo otorgado, gracias a nuestro servicio desinteresado para con nuestros próximos, llevándoles a ellos, a través de nuestro ejemplo, a fijar esa fe en Su salvación y redención.
Abrahán, como padre de la fe, nos reitera que al pedírsele que sacrificara a su hijo, se le estaba realmente proyectando hacia lo que más adelante el Creador haría por nosotros al sustituir nuestro sacrificio por el suyo. Esta analogía nos indica que Abrahán siempre tuvo fe y, por ello, miró hacia adelante, lo que le llevó a percibir el carnero atrapado en aquel matorral para ofrecerlo como sacrificio en lugar de su hijo Isaac. Esta perspectiva se hace presente en ese lugar: Adonai ireh (יהוה יראה), toda una propuesta que significa “El Señor verá”, es decir, que si mantenemos nuestra visión en aquel monte: Moriá, entenderemos que Él se sacrificó por nosotros para rescatarnos.
Esta es una razón de peso para que en aquel sitio se construyeran los dos Templos Judíos, en la tierra santa de Jerusalén, el escenario donde el Creador miró hacia abajo y vio nuestra necesidad reflejada en el rostro de nuestro Señor Jesucristo, quien se sacrificó (korban – קָרְבָּן) por nuestros pecados en la cruz. Con esa anticipación de la visión divina, nos denota Su misericordia desde mucho antes de crearnos, un amor que nos recuerda que no somos justos y que nuestro libre albedrío sin Él nos llena de desobediencias y caos. Sin embargo, Él siempre ha estado dispuesto a rescatarnos, ofreciéndonos su eterno amor.
La Biblia, Su Palabra, desde la primera letra en Génesis hasta la última del Apocalipsis, nos proyecta ejemplos de ese mensaje redentor y, por ende, de cómo alcanzar ese rescate a través de la fe. Quizá por ello, los judíos que celebran el festival de Simjat Torá (שִׂמְחַת תּוֹרָה – Alegría de la Torá) nos invitan a recitar cada versículo de este Texto Sagrado, para así entender la importancia de alabarle, agradecerle, y convertirnos en seres humanos justos que desean alejarse de los pecados y acercarse a Él, gracias a esa fe que ancestros como Abrahán nos legaron, asumiendo a través de ella la tarea diaria de honrarle.
Al revisar la vida de buena parte de esos seres justos y especiales de los que nos habla la Biblia, encontramos que desde el principio Él nos ofreció su Palabra como guía y, a la vez, se humanó manifestándose a través de nuestro Señor Jesucristo: Verbo hecho carne para que no nos perdiéramos, ya que somos sus criaturas, et (אֶת), amadas por Él. Él siempre está ahí, en todo lo creado, ofreciéndonos Su luz y justicia, para lo cual solo necesitamos creer en Él y creerle a Él, sirviéndole.
El Texto de Textos nos revela en Romanos 2:6, “Porque el Creador pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras”.
Oremos para que por Fe nos comportemos conforme a la justicia de Jesucristo.