¿Calendario?
El Texto de Textos nos revela en Éxodo 14:14, “Quédense tranquilos, que el Señor peleará por ustedes”.
El último mes del año Hebreo Elul, אֱלוּל, nos puede servir para revisar como creyentes todas las oportunidades que se nos han brindado a través de los días trascurridos en nuestras vidas con sus enseñanzas, para entender mejor que no necesitamos festividades como la pascua para reencontrarnos con el Creador, ya que todos nuestros instantes, aun los que pasan desapercibidos contienen de esa misericordia del Creador para con nosotros, quienes no hemos querido comprender que cada instante es una oportunidad que debemos aprovechar o valorar ya que estas aun siendo muchas se terminan.
El Shavuot, es una de las tres festividades de peregrinación bíblica, conocida como Pentecostés en el Nuevo Testamento y es una fiesta que marca el fin del conteo de siete semanas entre la Pascua y Shavuot, la cual desde el concepto de nuestro Señor Jesucristo nos lleva a recordar el día en que el cielo se abriera y el Espíritu Santo descendiera sobre los discípulos, lo cual sucedió en el Shavuot, lo que significa con la entrega de la Torá a Moisés, que Él vino a rescatarnos y está a nuestros pies como el monte Sinaí, por lo cual estos tiempos de Siván o mes de Shavuot, nos llaman a entregarnos respetando sus mandatos, especialmente el de amarle por sobre todas las cosas y a nuestros próximos.
La tarea es comprender que la Palabra del Creador requiere para su mejor comprensión del Espíritu Santo, lo que implica que en Shavuot los creyentes visionemos que el cielo se abrió y que por lo tanto, el Creador mismo nos reivindicó como un solo pueblo siendo necesario que nos dejemos guiar de Su Espíritu más que de ritos, ya que este pequeño paréntesis temporal a través del cual se nos llama a acogernos por Fe a su salvación, implica aceptar que nuestro Señor Jesucristo como mesías nos llamó a amarnos, antes que llegue ese Juicio final en donde afortunadamente el se revestirá de nuestro abogado.
No estamos descalificando ninguna costumbre ni mucho menos con esta reflexión desconociendo los caminos de quienes no se dejan guiar por el Espíritu Santo sin embargo más allá de promover ritos estamos llamados a asumir de la fe de nuestra patriarca Abraham o del mismo David quien tradujo en los Salmos y Textos Sagrados ese clamor por acogernos a ese verdadero amor, ese que como creyentes nos llama a hacer un alto en nuestras búsquedas egoístas y a reconocer que hay un solo Creador al cual las naciones deben exaltar y todo la tierra enaltecer, siendo ese llamado nuestro núcleo de confianza, el cual implica desde su esencia a través del verbo RFH, harpú, que hay que soltar o dejar ir.
Obligación a soltar que clama por lo tanto por esa fe que no puede ser pasiva sino activa para comprender además que es el Creador quien controla cada situación de nuestras vidas y que aun asumiendo o no las costumbres o festividades religiosas judías o cristianas, estamos llamados a ir más allá, haciendo un alto en nuestras actividades por lo menos cada siete días para aceptar el llamado que nos hace nuestro Padre Celestial y dejar que Él guie nuestras vidas y a través de su Santo Espíritu nos permitamos vivir conforme a su guía.
El Texto de Textos nos revela en Hechos 1:8, “Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.
Oremos para que el Espíritu Santo guie nuestras coexistencias.