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Mi Kabbala – Elul 4 – sábado 7 de septiembre del 2024

¿Libros?

El Texto de Textos nos revela en Amos 3:7, “En verdad, nada hace el Señor omnipotente
sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas”.

La Biblia en su Antiguo Testamento como tal contiene 46 libros según lo Católicos o 49 si se cuentan de forma separada, el Capítulo 6 del Libro de Baruc, y los Capítulos 13 y 14 del Libro de Daniel, quizá por ello los ortodoxos hablan de 52 libros, aunque los evangélicos hablan de 39 libros, eso sí, todos tienen en cuenta el canon judío del Tanaj o libros protocanónicos, que nos proyectan grandes diferencias y aunque no falta quien hable de 27 libros del Nuevo Testamento para un total aproximado de 66 libros, lo cierto es que la Biblia nos ofrece un gran mensaje: “he ahí el cordero del Creador que quita el pecado”,  jattáʼth, חטא.

El Tanaj תַּנַךְ, que se remonta al siglo II D.C específicamente el año 70, según la tradición de un conjunto de ancianos rabinos, etapa posterior al asedio de Jerusalén, establece como acuerdo de forma definitiva, los libros que conformarían al Canon Palestinense y a dichos libros se les conoce con el nombre de Protocanónicos, siendo la Torá la que nos presenta el relato de la creación y esa identidad judía a través de cinco libros que a diferencia del Talmud proponen una serie de leyes basadas en la tradición oral de La Torá  que como preceptos presentan un carácter y una composición común.

Desde dicha perspectiva se cree que la Tora nos proyecta en Génesis al Padre Creador Elohim,  אֱלהִים, para lo cual se nos entregaron unas leyes, unos mandatos, unos preceptos, dados luego de desobedecerle en Éxodo, en donde nuestro Padre misericordioso Hashem,  השם, se convierte en nuestro redentor, nuestro libertador, Ser que en Levítico nos propone ser el Padre sacerdote, el que se convierte en el mismo sacrificio, para salvarnos, ya que solo a través de Él mismo y de la persona de nuestro Jesucristo nos rescata gracias a dicha redención.

En el libro de Números, בְּמִדְבַּר, Bamidbar se nos presenta la forma como Él mismo conduciéndonos por el desierto nos organiza como pueblo, de tal forma que esas nuestras interrelaciones nos conviertan en una familia, que coloca sus dones al servicio de todos. Cada tribu tiene entonces una responsabilidad sin igual, lo que implica que en el milenio cuando nuestro Señor Jesucristo nos restauré completamente, tendremos que dar cuentas de dichos talentos, lo que quiere decir como enseño Moisés en Deuteronomio, libro que completa el pentateuco, que debemos repetir Su Palabra de memoria.

Mirada que los creyentes debemos traducir en el orientarnos por ella y a través de ella a cada instante, asumiendo que ella es la que nos guie, revelándose y manifestándosenos todo gracias a ella , pudiendo leerla y releerla en los versículos del Texto de Textos, lo contradictorio es que fruto de nuestras confusiones nos cuesta asimilar esos destellos que allí se reproducen, alejándonos de Su bondad y misericordia, que son infinitas, al obviar que Él nos hizo a Su imagen y semejanza así nosotros prefiramos seguir de espaldas en medio de la oscuridad y el caos, בַּרְדָּק,bardak.

El Texto de Textos nos revela en II de Timoteo 3:7, “Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad”.

Oremos leyendo la vida y viviendo sus enseñanzas.

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