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Mi Kabbalá – reflexión para el 28 de Tevet/Juev 19 de Enero – 23 (5783)

¿Promesas? 

El Texto de Textos nos revela en Joel 2:31, “y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. 32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado”.

Hoy priman en nuestras creencias el fijarnos propósitos a corto, mediano y largo plazo, pero por el contrario en nuestras costumbres paganizadas proyectamos el futuro sin tener en cuenta la eternidad, lo que se traducen incluso en que nos quedamos solamente en planes. Lo sano es reconsiderar esas metas ajustándolas a tiempos y tareas cotidianas proyectadas desde nuestras realidades en donde nos propongamos saber cuáles de esas búsquedas son prioritarias y cuáles simplemente suntuarias desde una perspectiva divina. 

Probablemente por ello en algunas culturas a finales de año e inicio de un nuevo ciclo es en donde se hace la mayor cantidad de propósitos, anhelos que pueden estar atados a creencias romanas que invocaban a Juno como deidad de las puertas y los comienzos para alcanzar nuevos proyectos, lo que nos debería proyectar otra visión menos mercantil en donde cada día tengamos la mejor oportunidad de consolidar nuevos propósitos y construir bajo esos criterios planes y metas que nos generen verdaderas transformaciones.

Promesa en hebreo, La´arov, לַעֲרֹב, implica garantizar lo cual se convierte para los creyentes en un reto para evitar idealizar sueños terrenales y visionarnos como hijos del Creador trascendiendo este mundo, de lo contrario es probable que algunos de esos planes, nos desenfoquen, dejándonos simplemente en deseos e intenciones, lo que nos lleva incluso a adorar imágenes que como la de dioses paganos solo nos muestra en su esencia que esas dos caras de este mundo con sus direcciones opuestas, proyectan una sola búsqueda real para no quedarnos en esta dimensión de las alucinaciones.

Nuestros días son contados y coexistimos a través de un tiempo terrenal aparentemente pero la eternidad dentro de él se traduce en que los instantes, semanas, meses y años que trascurren lo que nos lleva a fijarnos otras metas que debemos consolidar a través de nuestros pequeños actos y lógicamente gracias a continuas vivencias conscientes que le den un nuevo valor a nuestras cotidianidades para que al final realizando o no estas ratifiquemos que lo único que importa es el acercarnos al Creador a través de su obra. 

Los propósitos de la Creación nos presentan dos caras más una tiene que ver con aprender a amar un mundo celestial que desde lo material nos proyecta la esencia de nuestra trascendencia. Desde esa mirada el llamado cotidiano de toda la Creación es que nos permitamos cumplir por lo menos esa promesa que le debemos hacer al Creador de obedecerle y retornar a su lado, comprendiendo que es probable que el tiempo se nos pase y que nos encontremos luego frente a una eternidad en donde ya no será tan fácil el corregir aquello que a diario y probablemente de rodillas anhelábamos, pero nunca realizamos.  

El Texto de Textos nos revela en Hechos 2:32, “a este Jesús resucitó el Creador, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado por la diestra del Creador, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís”.

Oremos para que podamos cumplir con tantas promesas sueltas. 

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