
Mi Parashá – Génesis 10:11
Continuando con nuestra historia y manteniéndonos dentro de esa genealogía, que nos comienza a hablar de los lugares donde cohabitamos con nuestros próximos y que afectan directamente tanto nuestras costumbres como nuestra forma de ser y pensar, llegamos al territorio de Asur, probablemente identificado por algunos estudiosos con la tierra de Babel, de la cual procede Nínive, que más tarde se convertiría en una ciudad central del Imperio Asirio.
Este territorio, en el cual el profeta Jonás sería enviado más adelante para destacar la infinita misericordia divina y el poder transformador que se ejerce cuando nos dejamos guiar por Su voluntad, es la ciudad de Asur (אַשּׁוּר – Ashur). א (Alef) = 1, ש (Shin) = 300, ו (Vav) = 6, ר (Resh) = 200, con un valor gemátrico de 1 + 300 + 6 + 200 = 507, que al reducirse a 5 + 0 + 7 = 12, y luego a 1 + 2 = 3, nos transmite la idea del poder de nuestra creatividad, de las manifestaciones del Creador y de cómo lograr la armonía en nuestras vidas.
Quizá por ello Ashur, como escenario fundador de ciudades, simboliza el poder de la creación y la expansión, siendo esa nuestra capacidad clave para establecer en esas ciudades no solo la manifestación del poder humano, sino también la del poder divino en la construcción de sociedades que, debido a su crecimiento, generan interacciones verdaderamente complejas.
Es por ello que Nínive (נִינְוֵה – Ninive), נ (Nun) = 50, י (Yod) = 10, נ (Nun) = 50, ו (Vav) = 6, ה (He) = 5, con un valor gemátrico de 50 + 10 + 50 + 6 + 5 = 121, que al reducirse a 1 + 2 + 1 = 4, simboliza estabilidad y estructura. Esto refleja cómo esta ciudad, importante y poderosa, debería haber representado orden y equilibrio, aunque estos centros de poder a menudo pierden sus filosofías originales, desorientando a quienes allí habitan.
La ciudad de Rejobot-Ir (רְחֹבֹת עִיר), ר (Resh) = 200, ח (Chet) = 8, ב (Bet) = 2, ו (Vav) = 6, ת (Tav) = 400, ע (Ayin) = 70, י (Yod) = 10, ר (Resh) = 200, tiene un valor gemátrico de 200 + 8 + 2 + 6 + 400 + 70 + 10 + 200 = 896, que al reducirse a 8 + 9 + 6 = 23, y luego 2 + 3 = 5, está relacionado con el cambio y la libertad. Esto nos sugiere que esta ciudad debía ofrecer un espacio de crecimiento y expansión, siendo un lugar de cambio y desarrollo continuo.
Calaj (כָּלַח – Kalaj), כ (Kaf) = 20, ל (Lamed) = 30, ח (Chet) = 8, tiene un valor gemátrico de 20 + 30 + 8 = 58, que al reducirse a 5 + 8 = 13, y luego a 1 + 3 = 4, nos remite nuevamente a la estabilidad y la estructura, sugiriendo que estos lugares eran oportunidades para la consolidación y fortaleza, contribuyendo a la estabilidad del reino que se estaba estableciendo y que debía sostenerse sobre un eje espiritual.
Sin embargo, estos símbolos de expansión y creatividad, que nos hablan de estar abiertos a nuevas oportunidades y desafíos que nos permitan crecer y expandir nuestras capacidades y recursos, también nos advierten sobre los peligros de permitir que ambiciones egocéntricas dominen, cuando estamos llamados a poner nuestras habilidades al servicio de la obra creadora de manera responsable.
Es por esto que la fundación de ciudades como Nínive y Calaj resalta la necesidad de establecer estructuras sólidas y estables en nuestras vidas. Nos enseña que la estabilidad, esencial para el crecimiento y desarrollo personal, familiar o comunitario, depende siempre del Creador, quien, aunque lo olvidemos, permanece vigilante con su misericordia para apoyarnos.
Él nos ofrece diariamente cambios y la libertad para asumirlos como mejor nos parezca, pero también nos enseña que todo proceso de transformación nos llama necesariamente a acercarnos a Él. De lo contrario, desperdiciamos esas oportunidades para evolucionar espiritualmente. Para adaptarnos a las nuevas circunstancias y desafíos, debemos mantenernos dentro de esos propósitos divinos.
En todo caso, se trata de construir sobre bases sólidas, tanto en lo material como en lo espiritual, entendiendo que nuestros cimientos son divinos, y que de ellos dependen nuestras realizaciones. Esto nos invita a vislumbrar todos los desafíos que se nos presentan como oportunidades para crecer de manera integral y sostenible.