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Mi Parashá – Génesis 10:19

A medida que avanzamos en la descripción de la expansión de los territorios donde la familia fue asentándose y adueñándose, se generaron fronteras según esta narración, habitadas principalmente por los cananeos, quienes abarcaron varias ciudades y regiones tan notables que aún hoy seguimos bajo la influencia directa de aquellas costumbres.

Sidón (צִידֹן), con un valor numérico de 154, está relacionada con la expansión y la interacción que esta implica. Aunque se puede leer como un punto de inicio, también se entiende como un lugar de gran influencia debido especialmente a su comercio, lo que nos lleva a enfocarnos en la expansión de nuestros horizontes, pero, sobre todo, en cómo debemos proyectar esta expansión como una oportunidad de interconexión con el mundo exterior.

Por su parte, Gerar (גְּרָרָה), con un valor numérico de 407, nos vincula con el conflicto y su resolución. Quizás por ello este lugar fue escenario de los conflictos entre Abraham e Isaac con los habitantes locales. En un sentido personal, nos habla de los desafíos y disputas que surgen en el proceso de establecimiento y consolidación de territorios, o, en un sentido más íntimo, de nuestros propios espacios y límites.

Gaza (עַזָּה), con un valor de 77, es otro territorio que debemos considerar en esta reflexión. Asociado con la fuerza y la firmeza, Gaza se presenta como una ciudad fortificada. Aunque sugiere la necesidad de una defensa sólida y una base firme en la vida, también nos muestra cómo, al aferrarnos no solo a una tierra sino a ciertas creencias, perpetuamos enemistades milenarias.

Dentro del mismo listado aparecen Sodoma (סְדֹמָה), con un valor numérico de 104, y Gomorra (עֲמֹרָה), con un valor de 316, ciudades conocidas por su destrucción debido a su inmoralidad. Esto nos recuerda las consecuencias de la decadencia moral y el alejamiento de los valores espirituales.

Los límites continúan con Admá (אַדְמָה), cuyo valor es 50, número que está relacionado con la liberación y la redención. Al vincularlo con los cincuenta días entre Pesaj y Shavuot, podemos vislumbrar la posibilidad de redención, incluso en contextos de decadencia moral.

Zeboím (צְבֹיִים), con un valor de 144, nos lleva a la idea de claridad y revelación, simbolizando que, incluso en lugares de juicio severo, puede haber claridad sobre la verdad y la justicia. No olvidemos que siempre hay un justo en esos espacios, alguien que el Creador prometió para ser ejemplo y luz en medio de la oscuridad.

Finalmente, Lasha (לָשַׁע), con un valor de 331, marca la finalización o el cierre de un ciclo, siendo el límite final del territorio cananeo. Esto simboliza el final de un proceso o el establecimiento de una frontera definitiva. Esta metáfora de las fronteras nos invita a reflexionar sobre los límites en nuestras vidas, límites que, si ignoramos, pueden acarrear consecuencias catastróficas para nosotros y nuestros descendientes.

Se trata de entender cómo definimos y defendemos nuestros propios límites, tanto en un sentido físico como espiritual, buscando la guía adecuada para tener una visión clara que nos permita enfrentar los conflictos y mantener nuestra firmeza, mientras somos conscientes de las consecuencias de nuestras acciones. Al mismo tiempo, debemos buscar la redención y la claridad al establecer límites claros y definitivos.

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