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Mi Parashá – Génesis 1:16

Cuando se nos habla de “Shenei HaMe’orot” (Dos Grandes Lumbreras), la luz mayor y la luz menor, no solo se hace referencia al sol y la luna como cuerpos celestes, sino también a las diferentes formas en que la luz divina se manifiesta en nuestras vidas. La “lumbrera mayor” (el sol) simboliza la luz de la revelación, la claridad y la conciencia plena, mientras que la “lumbrera menor” (la luna) representa la luz reflejada, la introspección y los aspectos más ocultos de nuestra conciencia.

La asignación de la luz mayor para gobernar el día y la luz menor para gobernar la noche simboliza, por ende, el equilibrio necesario entre la claridad y la oscuridad, la revelación y el misterio, la acción y la reflexión; un aspecto armónico esencial para nuestro crecimiento integral y saludable.

“HaMe’orot” (הַמְּאֹרוֹת), las lumbreras, tiene un valor gemátrico de 613 (ה = 5, מ = 40, א = 1, ו = 6, ר = 200, ת = 400), un concepto particularmente significativo en el judaísmo, ya que 613 es el número total de mandamientos (mitzvot) en la Torá. Esto sugiere que las lumbreras, o la luz divina, están intrínsecamente conectadas con la totalidad de la ley divina, iluminando el camino que debemos seguir para vivir de acuerdo con los preceptos del Creador.

Nuestro Señor Jesucristo nos recordó que el amor es el vínculo perfecto que nos permite mantener un equilibrio entre la luz y la oscuridad en nuestras vidas. Así como el sol y la luna gobiernan el día y la noche, nosotros también debemos aprender a gobernar nuestros momentos de claridad y de introspección, utilizando ambos para crecer espiritualmente.

Las estrellas, aunque pequeñas desde nuestra perspectiva, nos ayudan a comprender que el verdadero propósito del firmamento es recordarnos que hay una sola fuente luminosa, nuestro Creador, y que todas las luces, por pequeñas que las apreciemos, nos representan como pequeños fragmentos de su esencia.

Así es como nuestros pequeños instantes requieren de una gran comprensión para que nuestras acciones cotidianas reflejen su bondad, destellos que tienen un impacto significativo en todo el firmamento que está totalmente interconectado, ya que nada está fuera de Él. Esto implica que sus mandamientos son nuestra guía para vivir en alineación con su voluntad.

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