Mi Parashá – Génesis 1:30
La provisión para todos los seres vivos establece una conexión entre todas las criaturas, lo que significa que “נֶפֶשׁ חַיָּה” (Nefesh Chaya): “Vida” o “ser viviente” como expresión nos llama a reconocernos desde nuestra esencia “נֶפֶשׁ” (Nefesh) “alma” o “vida”.
El término “חַיָּה” (Chaya) se refiere a la vida misma y a la vitalidad, lo que al unir dichas expresiones resalta el concepto de que todas las criaturas vivientes poseen una esencia divina y un propósito en la creación. Así es como “כָּל־יֶרֶק עֵשֶׂב” (Kol-yerek esév): “Toda planta verde”, igualmente implica que estamos llamados a un crecimiento a través de la renovación, interpretación que nace de “יֶרֶק” (Yerek) “verde”, ya que este color se relaciona con la misericordia (Rachamim), uno de los atributos del Creador.
El número 30 tiene un valor gemátrico de 30 (ל, Lamed), letra que representa la enseñanza y la sabiduría, ya que este signo se eleva por encima de las otras letras del alfabeto, simbolizando la aspiración espiritual y el deseo de elevarse por encima de lo mundano, interconexión que además es un principio para toda la vida en la tierra.
Seguir de espaldas a Él, actuando en contra de Su voluntad y de Sus mandatos, nos lleva a reflexionar sobre nuestra responsabilidad de aprender y enseñar sabiduría, especialmente a revisar cómo vivimos en relación con el mundo natural, caídos, confundiendo el aspirar a algo más alto con posiciones y posesiones sociales que denotan solo que nuestras acciones cotidianas tienen poco que ver con esa trascendencia.
Este versículo nos llama a reconocer la santidad de toda vida, a vivir en armonía con la naturaleza y nos recuerda que nuestras acciones tienen un impacto en la creación, por lo que estamos llamados a ejercer nuestra dominación sobre la tierra con sabiduría, compasión y un profundo respeto por todas las criaturas que comparten este mundo con nosotros.