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Mi Parashá – Génesis 6:22

Cada signo lingüístico, letra, expresión, párrafo y versículo bíblico nos aporta algo que cada quien, en su relectura, resalta de una forma u otra, lo que nos lleva a vislumbrar la suprema importancia que tiene la obediencia como insumo para nuestro crecimiento integral. Esta misma obediencia, trasladada al campo de nuestra fe como creyentes, nos reitera la necesidad de seguir sus mandatos y no perder la esperanza en ningún momento.

Por ello, Noé es presentado en las líneas bíblicas como un ejemplo de cumplimiento total de la voluntad divina, aspecto fundamental para minimizar la desobediencia de nuestros ancestros, la cual refleja el desequilibrio que a menudo proponemos entre lo divino y lo humano, fruto del incumplimiento de esos mandamientos y preceptos que no queremos asumir como el camino hacia la rectificación y la elevación espiritual.

Noé no solo escuchó al Creador, sino que actuó según Sus instrucciones, lo cual es esencial en la práctica de nuestra realización espiritual. Por ello, el verbo “vayáas” (וַיַּעַשׂ), “hizo”, con su valor numérico de 376, al relacionarse con la palabra “shalom” (שלום), “paz”, y sus números, nos sugiere que la acción obediente de Noé trajo paz y armonía, no solo en su vida, sino también en la creación.

La palabra “tzivá” (צִוָּה), que significa “mandó”, con su valor numérico de 101, está asociada con el concepto de realización y cumplimiento, ya que está cerca del número 100, que simboliza plenitud. Y el nombre “Elohim” (אֱלֹהִים), con su valor numérico de 86, es un concepto que, aunque nos relaciona con el atributo de juicio, siempre nos recordará que durante el ciclo prima la misericordia divina.

La obediencia es una guía divina en nuestras vidas para que, como Noé, actuemos siempre según las instrucciones y mandamientos que recibimos, confiando en que este camino nos llevará a la paz y la armonía. Así que esa respuesta consciente y fiel a la voluntad del Creador nos invita a reflexionar sobre cómo podemos aplicar esta misma obediencia y diligencia en nuestras propias vidas.

Nuestras acciones, cuando están alineadas con la voluntad divina, pueden traer paz y equilibrio a nuestras vidas y nos animan a actuar con fe y a cumplir con nuestras responsabilidades espirituales con integridad, sabiendo que nuestras decisiones y acciones tienen un impacto significativo en nuestra vida y en el mundo que nos rodea.

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