
Mi Parashá – Génesis 6:5
Con todo y sus señales y mensajes para que entendiéramos Su voluntad, nuestra corta historia sobre la tierra continúa en su desobediencia, inclinándose tristemente más hacia el mal que hacia ese equilibrio necesario para denotar que estamos aprendiendo a coordinar nuestra voluntad. Quizá por ello, cuando esta llega a un punto crítico, las leyes mismas nos llevan a desenlaces que van más allá de la misericordia divina, teniéndonos que someter al juicio.
El concepto de que el Creador vio “וַיַּרְא יְהוָה” (Vayyar YHWH), ו (Vav) = 6, י (Yod) = 10, ר (Resh) = 200, א (Alef) = 1, י (Yod) = 10, ה (He) = 5, ו (Vav) = 6, ה (He) = 5, con un total de 243, nos proyecta una hermosa reflexión acerca de cómo esa observación divina frente a la condición pecaminosa de los seres humanos pasa de un estado de vigilancia y juicio a tener que aceptar las consecuencias de nuestra desobediencia suprema.
Es por ello que ese valor 243, al descomponerse en 2 + 4 + 3 = 9, nos reitera que la verdad y la realización final, como visión divina, es completa y total, abarcando todas las dimensiones de la existencia humana. Por ende, nuestras intenciones, deseos, emociones, expresiones, pensamientos, interacciones e interrelaciones están siempre bajo la observación divina, por lo que esta siempre prevalecerá, lo que nos denota que estamos llamados a vivir en alineación con ella.
Nuestra desobediencia, llevada al concepto “רַבָּה רָעַת הָאָדָם” (Rabbah ra’at ha’adam) – “La maldad del hombre era mucha”, רַבָּה (Rabbah, “mucha”) = 207 (ר = 200, ב = 2, ה = 5), רָעַת (Ra’at, “maldad”) = 270 (ר = 200, ע = 70, ת = 400), הָאָדָם (Ha’adam, “el hombre”) = 50 (ה = 5, א = 1, ד = 4, ם = 40), gracias al valor de 527, no solo describe nuestra corrupción y maldad que nos domina, sino que sugiere una complejidad de factores que contribuyen a la maldad, pero también la posibilidad de redención.
El 527, asociado con un proceso de juicio o evaluación, nos dice que las fuerzas y deseos que pueden alejarnos de lo divino, a la vez nos recuerdan que siempre hay una lucha interna entre el bien y el mal en la naturaleza humana, por lo cual “וְכָל־יֵצֶר מַחְשְׁבֹת לִבּוֹ” (Vekhol yetzer machsh’vot libbo) – “Y todo designio de los pensamientos de su corazón” como expresión, nos dice que frente a nuestra perversión necesitamos de Su guía y purificación.
וְכָל־יֵצֶר (Vekhol yetzer, “y todo designio”) = 336 (ו = 6, כ = 20, ל = 30, י = 10, צ = 90, ר = 200), מַחְשְׁבֹת (Machsh’vot, “pensamientos”) = 738 (מ = 40, ח = 8, ש = 300, ב = 2, ת = 400), לִבּוֹ (Libbo, “su corazón”) = 44 (ל = 30, ב = 2, ו = 6), con un valor total de 1118, explica que la perversión profunda de los pensamientos y deseos internos de la humanidad, fruto de nuestra fragmentación y lejanía, es a la vez un paso hacia un nuevo comienzo.
El número 1118, al descomponerse en 1 + 1 + 1 + 8 = 11, que en gematría puede representar desintegración y desarmonía, nos invita a examinar la naturaleza de nuestros propios pensamientos y deseos. Nos recuerda la importancia de cultivar pensamientos y deseos alineados con lo divino y evitar la caída en la corrupción interna, por ello el concepto “רַק רַע כָּל־הַיּוֹם” (Rak ra kol-hayom) – “Era de continuo solamente el mal”, רַק (Rak, “solamente”) = 300 (ר = 200, ק = 100), רַע (Ra, “mal”) = 270 (ר = 200, ע = 70), כָּל (Kol, “todo”) = 50 (כ = 20, ל = 30), הַיּוֹם (Hayom, “el día”) = 61 (ה = 5, י = 10, ו = 6, ם = 40), con un total de 681, es muy revelador para entender que la corrupción y la maldad, cuando llegan a ser constantes y sin interrupción, obligan a establecer cambios profundos en todos nuestros contextos.
El número 681, que se descompone en 6 + 8 + 1 = 15, podría asociarse con una manifestación de desafíos que necesitan ser confrontados. Es una advertencia sobre el poder de la negatividad cuando no se controla. Así que debemos reflexionar y estar alertas ante la influencia continua de pensamientos y actos negativos, buscando activamente la redención y la corrección de nuestros caminos.
Todo momento de crisis espiritual en la humanidad, cuando la maldad alcanza un nivel intolerable, también es un espacio para entender que esa vigilancia espiritual nos llama a un control de los pensamientos y deseos en la búsqueda constante de alineación con lo divino, como se muestra en “וַיַּרְא יְהוָה” (Vayyar YHWH), nuestras vidas están bajo constante observación divina, lo que nos llama a vivir con integridad y en verdad.
Esa lucha interna: “רַבָּה רָעַת הָאָדָם” (Rabbah ra’at ha’adam) nos recuerda la batalla entre el bien y el mal dentro de cada uno de nosotros, lo cual es un llamado a ser conscientes de nuestras acciones y sus raíces. Por ello, nuestros pensamientos y deseos, “וְכָל־יֵצֶר מַחְשְׁבֹת לִבּוֹ” (Vekhol yetzer machsh’vot libbo), deben llevarnos a cultivar una mente y un corazón puros, evitando la negatividad constante.
“רַק רַע כָּל־הַיּוֹם” (Rak ra kol-hayom) nos advierte sobre la necesidad de combatir el mal de manera continua, buscando la redención a través de acciones y pensamientos positivos, revisando profundamente nuestro estado espiritual y nuestra conducta diaria, para corregir el rumbo y vivir una vida en armonía con los principios divinos.