
Mi Parashà – Génesis 6:9
“אֵלֶּה תּוֹלְדוֹת נֹחַ” (Eleh toldot Noaj) – “Estas son las generaciones de Noé”, nos recuerda la importancia de nuestra genealogía, ya que de ella no solo recibimos una serie de costumbres y creencias, sino también un modelo mental que termina constituyendo nuestra realidad. Esta responsabilidad nos obliga, al igual que a Noé, a buscar esa unidad: “אחד” (Echad, “Uno”) y “אהבה” (Ahavah, “Amor”), que debemos ejemplificar como amor divino.
Todas nuestras “generaciones”, ya sea por descendencia consanguínea directa o no, deberían enfocarse en un legado espiritual, intentando, como Noé, ser justos: “נֹחַ אִישׁ צַדִּיק תָּמִים הָיָה בְּדֹרֹתָיו” (Noaj ish tzadik tamim hayah b’dorotav) – “Noé fue un hombre justo, perfecto en sus generaciones” (“צַדִּיק”, tzadik) y perfecto (“תָּמִים”, tamim) en sus generaciones, lo que resalta su integridad y rectitud, incluso en una época corrupta.
Si nos ocupáramos más de nuestra trascendencia que de un futuro incierto basado en posesiones y posiciones sociales, probablemente entenderíamos que la justicia y la perfección a las que nos llama el Creador siempre deben alinearse con el mejoramiento de nuestros niveles de conciencia, los cuales deben corresponder a nuestra unidad con Su palabra y sabiduría.
El desafío es aspirar a ser justos y completos en nuestras propias generaciones, viviendo con integridad, buscando la justicia y la perfección en nuestros actos, incluso en medio de desafíos y dificultades. Para ello, necesitamos caminar con Él, “אֶת־הָאֱלֹהִים הִתְהַלֶּךְ־נֹחַ” (Et-ha’Elohim hithalekh Noaj) – “Noé caminó con Dios”, lo cual no es solo un acto, sino una vida llena de propósito y total devoción.