
Mi Parashà – Génesis 7:18
Todos los seres humanos, sin excepción, sufrimos procesos de prueba; sin embargo, algunos los afrontan mejor que otros, lo que quizá hace que estos se muestren más fuertes que aquellos que prefieren quedarse en las quejas y los reclamos. Esto indica que la escuela de la purificación nos toca a todos, siendo necesario mejorar nuestra actitud frente a ella.
Este proceso de crecimiento, como las aguas del diluvio, prevalece en aquellos que lo prolongan y magnifican, dándoles tintes de castigo y karma. Es necesario que asumamos como parte de la vida el enfrentar todas nuestras dificultades como desafíos de renovación que nos aportan si así los queremos entender.
El arca, “tevá”, flotando sobre estas aguas, nos recuerda que, incluso en medio del caos y la incertidumbre, existe una protección divina que nos sostiene y guía. Por ello, frente a esta reflexión, se trata de revisar nuestra capacidad de superar, de mejorar, de entender que nuestro cuerpo tiene esas y más posibilidades, y que nuestra alma debe elevarse por encima de las dificultades materiales, manteniendo su pureza y propósito divino.
Debemos confiar en que, a pesar de las pruebas que podamos enfrentar, siempre hay una guía y protección divina que nos eleva y nos lleva hacia un lugar de mayor claridad y conexión espiritual. Por lo tanto, nuestros dones están allí para ayudarnos en esa transformación mientras atendemos la protección divina que nos lleva a través de las aguas de la vida.
El verbo “gaveru” (prevalecieron) implica esa fuerza dominante, que, aunque simboliza juicio, también es purificación. De allí que nuestras emociones, como indicadores internos, no deben convertir las pruebas en depresiones o decepciones, sino entender que incluso lo abrumador tiene un propósito purificador: se requiere deshacer lo viejo y preparar el camino para lo nuevo.
Nunca perdamos de vista que el arca flotando sobre las aguas es un poderoso símbolo de protección y elevación espiritual, ya que, a pesar del caos y la destrucción que ocurren en el mundo exterior, el arca permanece a flote, guiada. Por ello, la palabra “gaveru” (גָּבְרוּ) tiene un valor gemátrico de 209 (ג = 3, ב = 2, ר = 200, ו = 6), que se descompone en 2 + 0 + 9 = 11, y luego 1 + 1 = 2, simbolizando la dualidad y la necesidad de equilibrio entre fuerzas opuestas.
La frase “sobre la superficie de las aguas” debe verse como un símbolo de trascendencia, ya que a medida que las aguas del juicio se elevan, el arca, y por lo tanto aquellos que están dentro de ella, se elevan también. Esto sugiere una elevación espiritual por encima de los desafíos del mundo material, una imagen que resuena con la idea de elevarnos por encima de las pruebas para encontrar refugio en lo espiritual.