
Mi Parashá – Génesis 8:11
El retorno de la paloma con una hoja de olivo en su pico indica tanto a Noé en su momento como a nosotros que las aguas del diluvio habían retrocedido lo suficiente como para que hubiera vegetación visible en la tierra, y que un nuevo comienzo se daría para la humanidad, el cual, para los creyentes, simboliza a nuestro Señor Jesucristo.
El concepto de hoja de olivo, “עֲלֵה זַיִת” (Alei-zayit), por su valor numérico de 547, refuerza ese concepto de paz, la misma que debe reinar en nuestro corazón para que realmente podamos hablar de renovación. Y es que el olivo representa la culminación de un proceso y el comienzo de uno nuevo.
El hecho de que la paloma traiga esta hoja fresca indica que la tierra está preparada para renacer, lo que simboliza la renovación espiritual y física después del juicio del diluvio. El concepto de frescura, “טָרָף” (Taraf), con un valor de 289, que al integrarse con el de paloma, “הַיּוֹנָה” (Hayonah), nos da un profundo mensaje de esperanza en el nuevo comienzo, tanto para Noé como para nosotros como humanidad.
La hoja de olivo, tradicionalmente un símbolo de paz, aquí representa la reconciliación entre la tierra y lo divino, y la posibilidad de vida después del caos. Por ello, esa renovación que trae paz es el gran producto de ese proceso de purificación. Renovación constante que no es solo física, ya que al ver que la tierra ha comenzado a producir vegetación nuevamente, se nos habla de un contenido espiritual, al entender que el juicio ha terminado y que es tiempo de reconstruir y empezar de nuevo.
Se trata de asumir que nuestras propias experiencias deben renovarse constantemente gracias a Él, por lo que después de tiempos difíciles o de “diluvios” personales, siempre debemos confiar en la llegada del momento en que una señal pequeña pero significativa, como la hoja de olivo, nos mostrará que es hora de empezar de nuevo.
Es un recordatorio de que, después de cada proceso de purificación o juicio, la posibilidad de un nuevo comienzo está siempre presente, y que debemos estar atentos a las señales de paz y renovación en nuestras vidas. Por ello, esa paciencia nos debe llenar de fe durante esos tiempos de espera y prueba, para que al final llegue esa señal que nos indicará que el momento para avanzar ha llegado.